Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Eclosión Sobral

Festival de Jazz de València

palau de la música

Formación: Salvador Sobral, voz; Júlio Resende, piano; André Rosinha, contrabajo; Bruno Pedroso, batería

Muy pocos tienen la capacidad de romper las ataduras mediáticas y virar el empeño colectivo hacia lo que realmente son. A Salvador Sobral le bastaron dos temas, en una Iturbi a rebosar aclamándolo, para quebrar aquello por lo que lo conocimos y unir los pedazos de languidez y sensibilidad con una energía robusta y la gran fuerza de su creatividad inquieta. «Change» y el nuevo single «Cerca del mar» fueron el punto de partida de la amalgama conceptual y el horizonte sin límites que el intérprete portugués proyectó durante la noche. Así, demostrando que el swing no es añejo, con baladas y gustosos up tempo como «Something real», y que los ritmos latinos nos acercan a la inmensidad del océano que nos separa, Sobral abrió las puertas de su personal universo abstracto para tallar la más pura sencillez como centro de órbita. El piano de Júlio Resende fue el marco indiscutible de la escena, tejiendo una red de maestría armónica y serenidad sobre la que a Sobral le fue fácil cantar, gritar, recitar y escupir palabras sin miedo. Junto al lirismo de Resende, caminaron el groove del baterista Bruno Pedroso y el tangible sonido del contrabajista André Rosinha, quienes dispusieron la apertura del lenguaje contemporáneo y el dinamismo de intensidades en el recreo estilístico del repertorio. Sobral cantó como un instrumentista más de la banda, en plena presencia, enfrentándose a la música con verdad, amor e ironía. Su cuerpo, como eco de voz, fue también medio de esa expresión estética tan suya que eclosionó durante la noche para hacer del concierto un inesperado acto artístico.

Los temas originales dejaron espacio para el bolero «Ay amor» del cubano Bola de Nieve y un íntimo arreglo de «Nem eu» del brasileño Dorival Caymmi, apareciendo también el recuerdo de Nino Bravo como gran despedida. Y así Salvador Sobral, encumbrado, desplegó las alas de su garganta para seguir volando libre. Porque eso fue la noche, la celebración de la libertad de un músico que canta.

Compartir el artículo

stats