El espíritu de la Gran Nit de Juliol se propagó por todo el casco histórico de València ayer con disfraces, mascletàs y mucha, mucha música. De murallas hacia dentro, la ciudad se convirtió en un hervidero de actividades para el deleite de cientos de valencianos que no dudaron en echarse a las calles para no mirar el reloj hasta bien entrada la madrugada. También hubieron otros a quienes la Gran Nit les pilló desprevenidos. «No teníamos ni idea de que hacían esto hoy. Es una grata sorpresa», comenta una turista danesa, que llegó hace dos días a la ciudad para disfrutar del sol y se encontró con un festival urbano sin parangón. Una situación que los valencianos solo viven en dos ocasiones al año: en la Gran Nit y en la semana fallera.

La programación estuvo compuesta por unas 35 actividades entre las que era difícil elegir. La mayoría de los jóvenes prefirieron disfrutar de la música en los museos y en las plazas públicas al inicio de la tarde para después migrar hacia la Plaza del Ayuntamiento. En cambio, los más mayores, prefirieron un ambiente tranquilo, donde disfrutar de arte y música de manera simultánea, como pudo llevarse a cabo en museos como el IVAM o el MuVIM.

El concierto de campanas ofrecido desde lo alto de la Torre del Micalet a las 18 horas arrancó la programación. El calor dio una tregua ayer gracias a las nubes, lo que favoreció la participación en los actos. El bullicio de gente empezó a notarse a partir de las 19 horas, cuando dio comienzo la Cercafira, una cabalgata que contó con la participación de decenas de colectivos. Salió de la Plaza de Tetuán entre la expectación del publico que no dudó en sacar fotografías de cada figura mecanizada o instrumento que arrancaba su camino hacia la calle La Paz. Especial furor causó un esqueleto de navío de madera sobre el que se posaban cuatro saltimbanquis.

En la música destacó la Trocamba Matanusca, el grupo instrumental de Ontinyent que puso el acento balkan al pasacalle. A su llegada al final de la calle La Paz, las aceras ya eran intransitables.

Las calles y los museos también se vieron impregnados por la Gran Nit de Juliol. La basta programación musical de ayer no desanimó a los artistas callejeros, que siguieron tocando en las calles sin miedo a solaparse con los grupos contratados por el consistorio. De hecho, un dúo acústico tocó en la Plaza de la Reina y otro de cuerda lo hizo en la Plaza de la Almoina. Parejas, familias y grupos de amigos peregrinaron durante toda la noche por el centro histórico. Algunos decidieron hacer la ruta en bici, sobre todo los turistas. Especialmente concurridos fueron los conciertos de Rafa Arnal en la Casa de les Roques, el de Carles Dénia en el Centre del Carme o el de Santero y los Muchachos en la Plaza Manises.