«¡Jesús, acabo de leer la noticia! ¡Enhorabuena! ¡Qué bueno para València tenerte allí!». Todo apunta a que sí, a que esta amiga no se equivoca al escribir este mensaje a Jesús Iglesias Noriega, que se convertirá en el primer director artístico del Palau de les Arts (Helga Schmidt y David Livermore eran «Intendente y Director y Director Artístico»).

La carrera de este ovetense nacido en 1971 se ha construido desde los cimientos, recorriendo todos los escalafones a lo largo de una labor siempre ascendente que se inició en 1995, en el Teatro Colón de Buenos Aires, donde fue asistente de la dirección artística además de trabajar en el departamento de comunicación.

Dos años después, en 1997, se trasladó a Madrid, para ocupar el mismo puesto en el Teatro Real de Madrid, donde fue asistente primero del valenciano García Navarro y de Juan Cambreleng, y luego de Jesús López Cobos y Emilio Sagi. En mayo de 2012 dejó el Teatro Real para instalarse en Ámsterdam y ocupar el puesto de director del departamento artístico de la Ópera de Holanda.

València y su Palau de les Arts pueden estar de enhorabuena, sí, por contar con un gestor tan solvente, profesional y conocedor como Iglesias Noriega, que era el candidato «sugerido» por Plácido Domingo y que ha rivalizado en el concurso de selección con aspirantes de tanto peso y trayectoria como los italianos Stefano Pace y Paolo Pinamonti.

Sin duda, en la decisión del variopinto jurado seleccionador -integrado por nueve componentes, y del que formaban parte desde el director del Palau de la Música Vicent Ros a la prestigiosa maestra de canto Ana Luisa Chova, sin faltar los directores artísticos del Teatro Real y del Liceu- habrá pesado la condición de «no italiano» del ovetense, tras los excesos y abusos programadores de David Livermore, Fabio Biondi y Roberto Abbado, que han despreciado sistemáticamente el repertorio alemán para desequilibrar escandalosamente la balanza programadora hacía el repertorio italiano.

Solvente

Iglesias Noriega, persona cabal y de inatacable solvencia, desembarca en València avalado, sobre todo, por una trayectoria inatacable en la gestión artística, casi siempre desarrollada en la sombra, con tanta discreción como eficacia. Siempre en la retaguardia, entre bambalinas, en la cocina de los teatros de ópera en los que ha trabajado.

Él ha sido la persona que lo sabía todo: qué cantante está libre, quién canta esto y quién lo otro, qué pasó en el último estreno en cualquier sitio o el estado vocal de tal soprano o cuál barítono. Pocos gestores tienen un conocimiento tan cercano, puntual y lúcido de lo que pasa en el mundo complicado de la ópera.

En València asume por primera vez una dirección artística, con plena responsabilidad en la programación y todo lo que ello conlleva. Un reto enjundioso y solo relativamente nuevo, ya que frecuentemente lo ha ejercido de facto. Un puesto al que llega armado con el conocimiento, con su enorme capacidad de trabajo. Es, como Helga Schmidt, un incansable «currante» de la música, y, como su antecesora, dispone de una privilegiada agenda y de una cercanía con el mundo internacional de la ópera que resulta imprescindible para gestionar un espacio como el Palau de les Arts. Y sin una mancha o sospecha en la profesionaliza honorabilidad que siempre ha distinguido su gestión.

Fundamental será el modo en que sepa torear y gestionar las en València nada fáciles relaciones con una clase política aquí generalmente empeñada en meter sus aprofesionales narices en la gestión artística y técnica.

Tàndem con Potenciano

En este sentido, será fundamental la colaboración y disposición del flamante director general del Palau de les Arts, Francisco Potenciano, un hombre colocado por la funesta exconsellera de Cultura María José Català que ha sabido sobrevivir y adaptarse a los nuevos aires políticos. De cómo marche este tándem y sus relaciones internas dependerá en gran medida el éxito o no de Jesús Iglesias. Es decir, el éxito o no del Palau de les Arts.