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Nos falta Ponce

La Feria de Julio anda coja desde que el maestro de Chiva ha decidido autodescartarse año tras año -y van siete consecutivos- de una de las citas taurinas que más gloria le han otorgado en su extensa y exitosa carrera profesional. Recordamos con nostalgia aquella corrida en solitario, propiciada por la caída de Roberto Domínguez y El Soro del cartel, cuando el de Chiva daba sus primeros pasos como matador de toros y faltaban los contratos. Esa tarde del 28 de julio de 1990, Ponce protagonizó bajo la lluvia su primera gesta valenciana. Tres orejas -que pudieron haber sido cinco si hubiese matado a la primera- que le valieron veinte actuaciones, entre ellas la confirmación de alternativa en Madrid. Duele, por tanto, que Enrique rehuse torear en julio; ni tan siquiera para devolver un poco de lo mucho que esta feria le ha dado y en el momento que más urge su presencia, con un abono que necesita revitalizarse para no languidecer en la irrelevancia. Y duele todavía más -como la puñalada inesperada del hermano, del amigo... del ídolo- cuando el chivano se anuncia esta temporada en Málaga, Bilbao y Logroño con el mismo cartel que ha negado ayer a sus paisanos, remendado en su tierra con la presencia de un diestro que no puede llenar el inmenso vacío que nos deja. Volverá Ponce el año que viene a las Fallas con la motivación y el hambre de triunfo habituales. No le faltarán ni el cariño ni los aplausos incondicionales de los aficionados valencianos. Esperemos que entonces no olvide que también tiene una cita en julio, en la que es y siempre será su plaza.

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