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Toros

Roca Rey salva la tarde y abre la puerta grande

El diestro peruano desata pasiones con una faena medida y muy inteligente a un toro jabonero de Núñez del Cuvillo, que no mereció la vuelta al ruedo - Manzanares se dejó ir los dos mejores ejemplares del encierro y Castella se limitó a cumplir

Roca Rey salva la tarde y abre la puerta grande

Hace apenas dos años que un torero peruano irrumpía con fuerza en la Feria de Fallas y asombraba a los aficionados valencianos con una faena de exposición y dominio a un toro de Victoriano del Río en terrenos de toriles. Desde entonces, el joven limeño cuenta por triunfos sus apariciones en nuestra plaza. Cinco tardes en las que su tauromaquia ha brillado con luz propia, cada vez más intensa, hasta eclipsar por completo a cuantos han osado disputarle el sitio, ese que resulta tan difícil pisar porque es donde el toro da cornadas y que parece, a día de hoy, el lugar de su recreo. Andrés Roca Rey es la sensación del momento y -si no desiste en su empeño de ser figura del toreo, que no parece, le acompaña la suerte y le respetan los toros- será a buen seguro el diestro a batir las próximas temporadas.

Solo un torero de su suficiencia y ambición es capaz de darle la vuelta por completo a una tarde que transitaba entre bostezos y medianías. Fue en el último ejemplar de la corrida, un toro jabonero que apenas castigó en el caballo y que brindó al respetable antes de darle fiesta. Primero con ayudados por alto, firme la planta, para -rápidamente- echarse la muleta a la derecha y dictar otra lección de torería, con pasajes parsimoniosos y administrándole las embestidas al animal, con paseos llenando la escena , que le daban el tiempo necesario para que el toro recuperara el fuelle. Hubo derechazos buenos, pero también naturales encajados con el toro y llevándolo hasta el final. Remató su obra con su habitual repertorio de pases cambiados por la espalda y de circulares, que prendieron la mecha de la pasión en el público, que le ovacionó fuertemente puesto en pie. Tocaron a matar y el peruano se perfiló muy en corto, dejando un espadazo arriba, de fulminantes consecuencias. Dos orejas indiscutibles y una polémica vuelta al ruedo que nadie pidió y que el usía ordenó , ante el estupor de los aficionados más entendidos.

El resto de la corrida tuvo poca historia. Hubo de todo, como en botica.Dos buenos toros, como los dos del lote de Manzanares -segundo y quinto- un tercero que sacó genio, uno noble primero, pero sin fuerzas ni raza y que terminó rajándose; y un cuarto que renqueaba de los cuartos traseros, de nobles aunque sosas embestidas hasta que decidió cerrar la persiana. Sorprendió la desidia de Manzanares, que se dejó ir los dos mejores toros del encierro. No pudo o no quiso entender la vibrante y exigente embestida del segundo Núñez del Cuvillo, que acabó desbordando al alicantino, y tampoco se acopló con los encastados y profundos viajes del quinto por el izquierdo.

Castella pechó con el peor lote del último encierro de esta feria, pero el diestro francés tampoco puso de su parte para que la tarde adquiriera tintes de triunfo y se limitó a estar con cierto decoro.

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