El Medusa Sunbeach abre hoy las puertas para dar entrada a las cerca de 10.000 personas que van a la zona de acampada.

La organización trabaja a marchas forzadas para que todo esté a punto el viernes por la tarde en que se inaugurará los tres días de sesiones de música electrónica. La responsables del festival de Cullera esperan cerca de 300.000 personas, cifra que casi duplicaría el número de asistentes de la edición de 2016.

En total más de 1.500 puestos de trabajo son los que genera de forma directa el Medusa. Los operarios ya han preparado las 1.175 parcelas de la zona de acampada en las que se han instalado también un servicio de duchas además de un comedor gigantesco.

Lo importante, según el promotor Andreu Piqueras, es que «la gente que ha decidido acampar en el Medusa se sienta como en su casa. En base a la experiencia de las anteriores ediciones hemos estado trabajando de forma firme para poder conseguir que las instalaciones sean las más adecuadas a las necesidades de nuestras meduseros».

Desde las 8 de la mañana, los más de 8.900 usuarios que han adquirido su pack con zona de acampada están entrando en el recinto destinado a ello. Lo más importante en esta edición del Medusa es el Beach Club, un escenario con piscina incluida que se encuentra en el mismo recinto del festival.

Más de 750 agentes

Una de las principales preocupaciones para los organizadores del festival es la seguridad. Desde el inicio del festival, hasta su cierre el lunes sobre las 10 de la mañana, más de 750 agentes uniformados velarán por la seguridad de los asistentes. Además este año se ha prestado mucha atención a los puntos violeta para denunciar cualquier tipo de violencia de género.

Ayer visitaron el recinto los responsables de los diferentes departamentos de fuerzas y seguridad del Estado, con el coronel jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Valencia Amador Escalada Sánchez al frente, acompañado el alcalde de Cullera Jordi mayor y el portavoz de los promotores del festival Andreu Piqueras.

El coronel Escalada afirmó «la importancia que hay que darle a los organizadores, que se convierten con sus dispositivos de seguridad particulares, en una fuerza más para garantizar que los asistentes puedan estar tranquilos».