¿Quién no ha alzado alguna vez la mirada al cielo con la esperanza de ver alguna estrella fugaz? Hay quien lo hace a través de ojos científicos y otros con aspiraciones más mágicas fundadas, quizás, en cuentos hollywoodienses que prometen cumplir deseos. En cualquier caso, la noche del domingo al lunes será cuando más posibilidades haya de observar uno de estos meteoros. Son las Perseidas, también denominadas «lágrimas de San Lorenzo» por su proximidad al 10 de agosto, día de la festividad del mártir español del mismo nombre.

Según explica a Levante-EMV Jordi Cornelles, presidente de la Asociación Valenciana de Astronomía (Astroava), la meteorología para esa noche «no pinta bien» ya que, según las previsiones, el cielo estará nublado, lo cual dificultará la observación de las estrellas fugaces.

Aún así no hay que perder la esperanza y tener paciencia para ver alguno de estos meteoros. Para hacerlo, según aconseja Cornelles, lo ideal es alejarse de los núcleos urbanos y buscar la mayor oscuridad posible. Es tan sencillo como desplazarse hacia el interior -a unos 20 o 30 kilómetros de València-, siempre y cuando la luz sea casi nula o simplemente ir a la playa más cercana -El Saler o Pinedo- tumbarse sobre la arena y observar el cielo. El experto recomienda mirar al nordeste para ver el máximo de estrellas fugaces posible. En cuanto a la hora para verlas, Cornelles apunta entre las 2 y las 4 de la mañana, aunque «con pinzas» ya que asegura que «no hay una hora perfecta». «Pueden verse desde que anochece e incluso desde muchos días antes».

Su observación, dice, es sencilla en cuanto a instrumental. No requiere telescopio alguno. Lo mejor, sostiene, es simplemente mirar al cielo o, como mucho, utilizar prismáticos.

Cornelles señala que el «máximo» de estrellas fugaces que se puede ver esa noche -pico de las Perseidas- puede ascender a las 120 a la hora. A partir de ese día, la frecuencia baja paulatinamente.

Noche de luna nueva

Añade que «todo el año» hay lluvia de estrellas, aunque las Perseidas se llevan la palma en cuanto a la fama. Para él, las Leónidas (entre el 15 y el 21 de noviembre) o Dracónidas (en los primeros días de octubre) son fenómenos en los que se pueden observar más estrellas fugaces. El experto anima a levantar la mirada al cielo, no solo para observar las «lágrimas» del santo, sino para «hacer, por ejemplo, un recorrido por la Vía Láctea» ya que la luna nueva (y la ausencia de su luz) posibilitará la observación de otros fenómenos interesantes.

Esta lluvia de meteoros tiene su origen en que los cometas van arrojando al espacio un reguero de gases, polvo y escombros. La fricción con los gases atmosféricos calcinan y vaporizan los meteoros que aparecen brillantes durante una fracción de segundo. Del tamaño de un grano de arena, este polvo de estrellas alcanza una velocidad de hasta 60.000 kilómetros a la hora a una altura de unos 80 kilómetros.