Año 2051. La mayor empresa del mundo, llamada La Compañía, se hace con el gobierno en todo el planeta y empieza a dirigirlo como si fuera una empresa. El más rico tiene el máximo poder y ya no hay elecciones sino juntas de accionistas. Esta distopía es el escenario de Plutocracia (Bang Ediciones), el cómic del valenciano Abraham Martínez (1974) que triunfa más allá de las fronteras españolas y que ha recibido numerosas y buenas críticas en Francia, país en el que ha sido votada como una de las mejores 100 novelas gráficas del año.

La idea de escribir Plutocracia surge «durante esta crisis, en la cual hemos oído cosas tan poco tranquilizadoras como que ha sido una crisis sistémica o que ha entrado en declive el sistema económico», explica Martínez.

«De alguna forma se basa en la realidad, en ciertos cambios y tendencias que se aprecian en la economía y que si se proyectan en el tiempo auguran un cambio significativo. En Plutocracia se conjetura con un posible escenario futuro, lo cual no quiere decir que necesariamente vaya a ser ese, pero es posible que nos dirijamos a algo parecido si no se evita antes», asegura.

Para el autor del cómic, la principal reflexión que de su obra gira alrededor del futuro «que nos espera con el actual sistema económico y también sobre algunos aspectos del presente. Hacer evidente algún aspecto de la lógica del mercado puede resultar revelador para mucha gente».

Mismo mundo, distintas

circunstancias

Martínez sostiene que el mundo de su cómic y el real «son el mismo, pero con circunstancias diferentes. He intentado mantener siempre la conexión con la realidad, por eso no hay tecnologías futuristas a pesar de transcurrir en un futuro próximo. El de Plutocracia es un mundo dominado por el dinero, más o menos como el mundo en el que vivimos, pero en el que se ha ido un paso más allá. Es un mundo en el que el mercado ha impuesto sus leyes por encima de la voluntad de las personas. Algo de lo que hemos visto un poco durante esta crisis», explica el autor.

Asegura que no escribió el cómic en busca de éxito o público concreto. «Creo que es un tema que puede llegar a interesar a cualquier perfil, porque a todos nos afecta directamente la deriva económica de nuestro sistema, pero supongo que sobre todo interesará a personas con inquietudes de ámbito social». En Plutocracia el gobierno lo forman aquellos que más acciones acumulan y todo se rige por las leyes del mercado, lo que da lugar a un curioso sistema político. En este contexto, un ciudadano anónimo decide investigar cómo el mundo ha llegado a esa situación más allá de la versión oficial. Sin saber muy bien cómo, miembros del propio gobierno le acaban animando a llevar a cabo dicha investigación aparentemente contra sus propios intereses, facilitándole el acceso a toda la información.

A partir de ese momento, su investigación tendrá un doble interés: averiguar la verdadera historia de La Compañía y, al mismo tiempo, intentar entender los diferentes intereses que tratan de influir en su investigación.

Estado de salud del cómic

Sobre el estado de salud del cómic, sostiene que «en España el tebeo de la segunda mitad del siglo pasado dejó una imagen de intrascendencia muy marcada. Al igual que en muchos de los países en los que hubo regímenes autoritarios durante ese período, tuvo mucho auge el cómic como forma de evasión. Por eso era un cómic tan superficial. Con la llegada de la democracia y la expansión de los medios audiovisuales perdió mucho mercado, y actualmente se está intentando recuperar tanto el mercado como la imagen. Las nuevas generaciones ya lo perciben de forma distinta, aunque todavía estamos muy lejos del papel cultural que ocupa en países como Francia o Estados Unidos, donde un cómic puede ganar un Pulitzer. Su salud mejora lentamente, pero las nuevas tecnologías son un duro competidor», dice Martínez.

A ello añade que «el cómic ha cambiado mucho desde sus orígenes como viñeta cómica de prensa en el siglo XIX. Hoy en día hay cómics para casi cualquier gusto y edad, lo que ha ampliado mucho su público potencial. Pero en mi opinión, lo que más está ampliando sus públicos es el cambio en la forma de considerarlo, que está permitiendo que haya más gente que se acerque a él sin prejuicios. Que el cómic esté entrando en los museos es una prueba de ello», concluye el guionista y dibujante.