A principios de año publicaba la que venía venir claramente que sería su última obra: El amor, la muerte y la menta. Toda una despedida en forma de segundo poemario (el primero lo escribiría 46 años antes) por parte de un Vicente Verdú que nació en Elx hace 75 años, que moría ayer víctima de una larga enfermedad en Madrid, y que siempre quiso ser poeta.

Pero antes fue periodista y escritor, no necesariamente por ese orden, e incluso se convirtió en un amante de la arquitectura y en un pintor a tener en cuenta. No en vano, algunos de sus trabajos fueron seleccionadas para la 51 edición del Premio Reina Sofia de Pintura y Escultura en 2016. Sus obras se han expuesto en Nueva York o salas de Holanda y Francia, y han ido a parar a manos de personas relevantes. Una de sus primeras exposiciones como pintor, La alegría del color, fue presentada en 2011 en el Centro de Congresos de Elx.

Modernidad

Un Verdú cada vez más renacentista, que desde un principio escribió muy bien a ojo de sus profesores -de hecho confesaba que siempre le encantó poder vivir escribiendo-, demostraba cada cierto tiempo que sus virtudes no se limitaban a la pluma y al papel, y que siempre estaba inmerso, siempre comprometido con el mundo de la cultura y la modernidad. «Toda la creación artística se ha basado en dos pilares. Uno era llegar a conocimientos nuevos a través de la creación; y otro era la comunicación, entendida como que todo artista siempre ha querido hacer partícipe a los otros de sus obras. El artista, el pintor, el escritor, hace un suicidio de sí mismo si no muestra sus obras», indicaba en un encuentro con periodistas en su ciudad hace diez años.

El autor de El planeta americano y de otra treintena de libros se doctoró en Ciencias Sociales por la Universidad de la Sorbona y fue miembro de la Fundación Nieman de la Universidad de Harvard.

Escribía regularmente en El País, diario en el que ocupó los puestos de jefe de Opinión y jefe de Cultura. Obtuvo los premios nacionales de periodismo, como el González Ruano (1997), Miguel Delibes (1997) y el Julio Camba. Fue también premio de ensayo Anagrama (1996) y Espasa (1998). En 2006, en Francia, obtenía el Grand Prix du Livre des Dirigeants por Le style du monde (Stock).

Ligado a su ciudad

Asiduo durante una época como conferenciante en la Universidad Cardenal Herrera CEU de Elx y en la sede ilicitana de la UNED, Vicente Verdú ha mantenido una estrecha relación con su tierra a pesar de residir en Madrid. El Ayuntamiento de Elx le concedió la distinción del Ram d'Or en 2008 y fue el pregonero de las fiestas en 1983.

El director del centro ilicitano de la UNED, José Pascual, destacaba ayer que el autor «siempre estuvo muy ligado a su ciudad, y regresaba para las fiestas, y tantas otras veces en las que se le requería».

La concejala de Cultura de Elx, Patricia Macià, lamentaba por su parte que nos hubiera dejado «un referente en el mundo de la cultura, el mundo del periodismo y en el mundo de la escritura. Por eso desde el ayuntamiento lamentamos profundamente la pérdida de Vicente Verdú inesperada. Es la pérdida de un referente ilicitano que ha dejado huella en donde ha estado».

Su mujer, Alejandra Ferrández, falleció en 2003. Verdú deja tres hijos, Alejandro, Juan y Sole, así como todo un ejemplo para el periodismo y el ámbito de la cultura con frases como: «Nunca ha habido tanta instrucción, la gente ha dejado de ser analfabeta, hay colegios, institutos, universidades... pero aún así, qué inculta es la sociedad».