No es casualidad que la primera edición de «El barri de la plata» en castellano tenga una portada diferente a las dos en catalán. Estas están ilustradas con las dos «M» que la madre del autor, originaria del Montseny, bordó en las sabanas de su ajuar. «Aquellas mujeres se pasaban la vida bordando las iniciales para acabar casándose con un tío como mi padre que era un problema», señalaba ayer Guillamon. «En cambio la portada en castellano es la muleta de mi padre, que toreó en Espadilla y en Toga y en aquellos pueblos, y yo la he conservado. Son dos personas, dos lenguas y dos imágenes».

Asegura Guillamon que no le ha sido difícil escribir sobre la extraña relación de sus padres. «A ver, mi padre no era un yonqui, ni el suyo era un caso único. Han pasado muchos años y he tenido que esperar a que los dos murieran. Y pasó una cosa personal que es que mi mujer tuvo un derrame cerebral, y cuando pasa algo así la visión de las cosas cambia mucho y te preguntas por qué no vas a poder escribir sobre lo que quieras». «Yo de pequeño me preguntaba por qué no podíamos ser normales, como todos, y ahora piensas 'hosti, que suerte haber podido vivir todo eso'. Era una vida con muchos contrastes, que tenías que hacerte grande porque lo que pasaba te obligaba a escoger caminos. Por eso en cierta forma me siento privilegiado.