La sencillez, la conciencia ecológica y la creatividad fueron las bazas para que dos jóvenes valencianos lograran alzarse como ganadores de la primera edición del concurso de diseño de juguetes de la Fundación Arquia, una organización nacional destinada a promover el diseño y la arquitectura a través de la acción social. «Triarq» fue la propuesta que más agradó al jurado de este concurso nacional, al que se apuntaron más de 47 grupos de trabajo, para crear juguetes destinados a entretener a niños hospitalizados. «No teníamos muchas esperanzas cuando diseñamos el proyecto por la cantidad de profesionales que se apuntan. Cuando nos comunicaron que habíamos ganado no nos lo creíamos», asegura Ángela Almela, creadora junto a Martín Ortolà de «Triarq».

«Se han atrevido a fomentar el juego creativo a través de la arquitectura. Su propuesta posibilita tanto el juego individual como colectivo. Las formas que puede adoptar el juego son tanto geométricas como orgánicas, con lo que ofrece una idea de la arquitectura transversal e íntegra. Permite también la formación de figuras y juegos de palabras en 2D con los que las posibilidades de juego y diversión son muy amplias y adaptables a diversas edades», asegura la fundación, que ahora financiará la producción del juego para que puedan beneficiarse los niños hospitalizados de toda España.

Esta creación, destinada a edades de entre 7 a 14 años, está compuesta por un círculo y pequeños triángulos construidos con DM (tablero de fibra de densidad media), fabricado a partir de resinas, virutas y aserrín fino de pino prensadas y unidas con un adhesivo sintético. «Escogimos este material principalmente por su excelente resistencia. Entra dentro de los estándares de sostenibilidad y normalización, es decir es considerado un producto ecológico, ya que contiene una cantidad considerable de material reciclado o recuperado», explica Ortolà.

El juego de estos valencianos presenta cuatro niveles en cuanto a dificultad en la construcción. Además, «Trianq» ofrece la posibilidad de jugar a tres juegos diferentes: al Scrable (cada triángulo tiene una letra grabada), al Tangram (un juego chino que consiste en formar siluetas de figuras con las siete piezas dadas sin solaparlas) y a las Damas.

Estrategia terapéutica

«Una hospitalización prolongada. aparte de tener repercusiones físicas, emocionales y sociales, puede suponer un freno en el desarrollo de los niños, así como la desaparición de las rutinas asociadas a su juego habitual, con lo que es de vital importancia buscar actividades que aúnen estímulos sensoriales, imaginativos y verbales adecuados a cada edad. Pese a las dificultades y limitaciones inherentes al proceso hospitalario el juego puede ser para los niños una herramienta fundamental a la hora de canalizar el estrés, expresar sus sentimientos y emociones, normalizar la situación o combatir el aburrimiento y la apatía», explica Martín Ortolà.

De acuerdo con los estudios acerca del desarrollo cognoscitivo de Jean Piaget -psicólogo que citan los valencianos en su proyecto- el pensamiento lógico del niño y su capacidad de llevar a cabo operaciones concretas, así como de interiorizar conceptos como la seriación, la clasificación o la conservación se desarrolla mayoritariamente a partir de los 7 años. Desde el Stomaquion griego atribuido a Arquímedes hasta los Lego, los juegos de construcción han servido a multitud de generaciones de pequeños constructores, para agilizar su mente e incrementar su imaginación figurativa. Tanto Pestalozzi, Froebel o Maria Montessori sostenían que los trabajos manuales, junto con los ejercicios de sagacidad, resultaban indispensables para despertar el espíritu creativo que, desde la infancia, es inherente al ser humano. c