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Exposición

El IVAM rescata la «Bienal Roja» del 76

El museo recupera obras de Picasso, González, Tàpies, Miró, Saura o Renau que se exhibieron en Venecia para «corregir» el discurso «manipulador» que el franquismo había hecho de las vanguardias - Incluye documentos que revelan la polémica que rodeó a la exposición

Durante años el franquismo usó el arte de vanguardia - «arte moderno», prefería denominarlo el régimen- para lavar su imagen y legitimarse a nivel internacional. En contraste con la realidad social pobre y ramplona impuesta en el país, la dictadura promocionaba la presencia de los pintores y escultores más arriesgados en las capitales artísticas de todo el mundo. Especialmente útiles para este fin eran las obras abstractas, que tantas lecturas permiten y a las que los comisarios «oficiales» extraían el contexto original para darles un nuevo significado más acorde a la «esencia de lo español».

Por eso, en 1976 cuando una comisión independiente de críticos y artistas antifranquistas organizó la exposición «España. Vanguardia Artística y Realidad Social, 1936-1976» para la Bienal de Venecia con el objetivo de darle a este arte de vanguardia su verdadera dimensión política, se encontraron con un problema ante la esculturas de Andreu Alfaro. ¿Cómo vincular las intenciones de la llamada «Bienal Roja» con la abstracción geométrica y racionalista del artista valenciano? ¿Dónde estaba la oposición a Franco en ese estiloso baile de varas de aluminio? Alfaro lo solucionó facilmente: tituló aquella pieza fechada en 1975 como Bon dia llibertat. Más allá de la obra, lo importante era el contexto.

Desde ayer la Sala 3 del IVAM rinde homenaje a aquella exposición histórica -ese intento de «corregir la imagen de modernidad que el régimen había dado del arte español durante los años de la dictadura», tal como lo definió el comisario Sergio Rubira- mostrando obras de la colección del museo de artistas que estuvieron en lo que entonces se llamaba Pabellón Italia del Palacio del Dux, y dándole a aquel acontecimiento una «lectura contemporánea», según defendió en la presentación el director del IVAM José Miguel G. Cortés.

Abierto hasta el 14 de enero, este nuevo «caso de estudio» del IVAM muestra dibujos, pinturas, esculturas y bocetos de Pablo Picasso (Sueño y mentira de Franco, 1937), Joan Miró (el famoso sello de Aidez l´Espagne comercializado para recaudar fondos para la República), Julio González (varios bocetos y esculturas), fotomontajes de Josep Renau, collages de Eusebio Sempere, Antoni Tàpies, Antonio Saura (su Crucifixión de 1959), Equipo Crónica (El día en que aprendí a escribir con tinta, de 1972), Monjalés, Jordi Teixidor, Alberto Corazón y Eduardo Arroyo. La mujer del minero con la cabeza rapada pintada en 1970 por este último cierra un círculo lleno de significado político que se inicia en la otra parte de la sala con la estremecedora Téte de Montserrat criant que esculpió en escayola Julio González en 1942.

La muestra inaugurada ayer recrea además parte del muro cronológico de madera que se habilitó en la bienal del 76 y que rodeaba las obras (de nuevo la importancia del contexto) y donde se pintaron lemas contra el fascismo y a favor de la pluralidad del Estado español.

También es muy significativa la presencia en la exposición del IVAM de documentos que dan fe de la polémica que rodeó la Bienal Roja, rechazada no sólo por el Gobierno (el pabellón oficial permaneció cerrado porque no se invitó al país) sino por la propia oposición cultural al régimen, como es el caso del crítico valenciano Vicente Aguilera Cerni, vinculado al Partido Comunista italiano y que presentó su propio proyecto de exposición en competencia con el que impulsaba el también valenciano Tomàs Llorens (asesorado por Renau) al frente de la «comisión de los diez» y que fue el que finalmente se ejecutó. Aquella agria polémica entre comisarios y organizadores de la que dan cuenta las cartas y recortes de prensa expuestos ahora tuvo más repercusión en España que la propio exposición, tal como reconocía ayer el director del IVAM.

Por encima de estas polémicas, Rubiera sí consideraba ayer que la «Bienal Roja» fue la primera exposición de arte de vanguardia hecho en España «que no se olvida de las condiciones políticas y sociales de la creación artística», y evidenció «cómo ese vanguardismo había sido moldeado por el proceso de una lucha ideológica».

La exposición del IVAM mantiene el orden establecido en el 76 con diversas secciones: «Imágenes de la Guerra Civil», «El Pabellón de 1937», «La derrota y el exilio», «La recuperación de la vanguardia», «Entre testimonio y libertad (1954-64)», «Zonas de realismo (1959-64)», «Arte y compromiso político (1964-72)», «Pintura, crítica, significación (1967-76)» y «Hors-texte». De esta forma, según García Cortés, se ayuda «a conocer lo que ha sido la Historia del Arte en España, no desde un punto de vista melancólico sino pensando en que el pasado nos ayuda a reconstruir el futuro». Aquella «Bienal Roja» demostró que el arte «también tiene que ver con el mundo que nos rodea y que la realidad social, cultural y política afecta de alguna forma a cualquier tipo de obra artística».

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