P Dos días seguidos en València y encima en el Palau de les Arts.
Menudo derroche.
R Es como que nos ponemos de largo y una excusa para quedarnos dos días en València. Como estamos tan cansados de ir y venir de ciudades en un sólo día, si hay lugares en los que sabemos que vamos a comer bien, nos quedamos.
P ¿Veinte años no son nada, que cantaban Gardel?
R Hostia, sí que son. Desde que empezó a funcionar bien la historia los años se nos han pasado muy rápidos, pero los inicios los recuerdo muy lentos. En aquella época estuvimos a punto de dejarlo, la coyuntura para nosotros no era nada buena, estaba todo dominado por el mainstream, no había internet, nosotros cantábamos en inglés... Todo cambio cuando coincidió nuestro paso al castellano con el fenómeno de MySpace.
P ¿A ustedes les han beneficiado esas plataformas que perjudican a tantas otras bandas?
R Y tanto. A nosotros con la vieja industria no nos iba nada bien. Hacía falta dinero y contactos que no teníamos. La oportunidad de contar con una plataforma en la que cualquiera podía caer en tu tela de araña generó un goteo cuyos resultados vimos rápidamente.
P Pero se gana menos dinero que en los viejos tiempos...
R Lo que nos llega a las bandas de las plataformas digitales es tan sospechosamente misérrimo que hace pensar que hay una mano negra que se lleva la pasta. Puedes tener millones de escuchas pero tu cuenta corriente no lo nota una mierda. Al final por desgracia eso te obliga a establecer alianzas con marcas comerciales.
P Para estos directos del 20 aniversario recuperan bastantes canciones de sus primeros discos. ¿Cómo ve aquellos trabajos desde la distancia?
R Los que hicimos en inglés deberíamos darles de comer a parte, porque teníamos buenas ideas pero realizadas en condiciones deplorables y en un vehículo lingüístico inadecuado. A partir de «Maniobras de escapismo» sí estamos muy orgullosos. Pienso que están envejeciendo bien.
P ¿Son diferentes los Love of Lesbian (LOL) de auditorio y los de festival?
R Hay un cambio de chip. En un festival has de ser muy consciente de que hay una parte de gente que no te conoce y una parte que te conoce pero a la que no les gustas. No puedes ir con la soberbia de pensar que te da igual. También hay grupos que sacan un disco y no tocan ni una puta canción en los conciertos porque la gente quiere escuchar los hits de siempre. Aún no estamos ahí pero nos estamos acercando peligrosamente.
P ¿Ya son una banda festivalera?
R No, es una etiqueta errónea y tiene un punto despectiva. Quien nos califica así es porque no nos ha visto tocar en una sala.
P Usted suele opinar bastante de política en las redes. En cambio sus canciones tienen poco mensaje social. ¿Por qué?
R Si tenemos que cantar de algo tiene que afectarnos personalmente, si no sería un ejercicio de demagogia. Otras cosas son las redes sociales, donde nos podemos mostrar más como ciudadanos... Bueno, el término ciudadanos no me gusta demasiado porque últimamente se asocia a un partido político que no es santo de mi devoción. En este país lo que pasa es tan hilarante, como lo del Valle de los Caídos o los «Viva el Rey» de Pablo Casado, que te lo ponen en bandeja para comentar. Pero antes intento contar hasta 10.
P ¿Y por qué no canta sobre eso?
R Hay cosas demasiado tentadoras para no hablar de ellas, pero tienen que pasar por un filtro, que es el de la vivencia personal. Ser el vocero de alguna ideología puede ser tentador pero después lo que digas te lo puedes comer con patatas. Un presidente de gobierno puede decir A y al día siguiente hacer B, pero un músico no puede pedir perdón por algo que ha dicho. Tenemos nuestra ideología, somos partidarios de que haya un referéndum en nuestro país, tenemos esa tendencia de izquierdas y ecologista... Está claro que no estamos a la derecha. Hay dos partidos en concreto que no nos oirás nunca apoyarlos.
P ¿PP y Ciudadanos?
R Sí, claro. Están en las antípodas de nuestro pensamiento, no tanto por la ideología sino por su oratoria nefasta e incendiaria.
P ¿Les ha perjudicado profesionalmente su posición en el conflicto catalán?
R No, aunque puede haber sucedido que haya algún municipio gobernado por cierto partido que haya decidido que no somos santos de su devoción. Casi cada día tenemos el debate de hasta qué punto nos podemos posicionar. Por ejemplo, sabemos que si nos pronunciamos a favor del referéndum se nos va a etiquetar de independentistas cuando somos más bien catalanistas. Tenemos además un problema añadido: Oriol Junqueras es de nuestro pueblo y eso nos hace solidarizarnos con la persona, a la que conocemos y apreciamos.
