Como la parábola del hijo pródigo, las artes escénicas valencianas sacaron ayer sus mejores galas para recibir de nuevo a quienes creían perdidos: sus premios anuales. Tras ocho años de ausencia, la de ayer fue la gran noche de las tablas valencianas. Y el jolgorio ya se hizo notar en la calle, frente al Teatre Principal, donde tuvo lugar la entrega de premios, que dirigió Santiago Sánchez. En plena calle daba la bienvenida la compañía Visitants. Era solo un aperitivo de la fiesta que se vivió en el interior del teatro, brindis incluido.

Fue una fiesta en la que los nominados fueron los protagonistas. Pero la gala -presentada por Rafa Alarcón y con música de Melomans- tuvo sus máximos vencedores: «La Celestina», de Bambalina Teatre Practicable, y «Mulïer», de Maduixa Teatre, con cuatro galardones cada uno. «La Celestina», adaptación del clásico de Fernando de Rojas al teatro de títeres y de objetos de Bambalina se llevó los premios a la mejor dirección escénica, mejor versión (los dos para Jaume Policarpo), mejor actriz para Águeda Llorca y mejor espectáculo de teatro.

La exploración femenina que Maduixa Teatre propone en «Mulïer» recibió los galardones a la mejor dirección coreográfica para Mamen García, mejor bailarina para Laia Sorribes, mejor composición musical para Damián Sánchez y mejor espectáculo de calle.

Josep Manuel Casany fue reconocido como mejor actor por «Nadal en casa els Cupiello»; Toni Aparisi obtuvo el premio al mejor bailarín por «Divines paraules»; «Medul·la», de La Coja Dansa, recibió el galardón al mejor espectáculo de danza; y el premio al mejor texto fue para «Síndrhomo», de María Cárdenas. «Les 7 diferències», del Teatro Escalante creada por El Pont Flotant, fue la ganadora del mejor espectáculo para niños y niñas y la compañía La Trócola Circ se llevó el premio al mejor espectáculo de circo por «Emportats».

La gala contó, entre otros rostros conocidos, con la presencia de autoridades como la vicepresidenta del Consell, Mónica Oltra, y el conseller de Cultura, Vicent Marzà, quienes entregaron sendos premios. El acto también contó con la asistencia del alcalde de València, Joan Ribó, el presidente de las Corts, Enric Morera, así como una amplia representación de la cultura valenciana.

«Normalización»

Uno de los momentos más emotivos fue la entrega del Premio de Honor al dramaturgo Manuel Molins (Alfara del Patriarca, 1946), quien dijo recibir el premio «con sorpresa, alegría y cierta responsabilidad y miedo». Lo más importante -continuó- «es que por fin hay un premio de honor que no había existido y eso quiere decir que abrimos un camino nuevo. Va normalizándose la situación». Esta recuperación de los galardones, en su opinión, supone que «empezamos a pasar del 'autoodio' a la autoestima y eso es aceptar la pluralidad y cómo es el mundo. Todos estamos muy preocupados cuando hay una especie animal o vegetal en peligro de extinción, pero parece que a nadie le importa que haya lenguas y culturas que vayan despareciendo, que las vayan matando», alertó. Molins insistió en que «tenemos una cultura potente y maravillosa y tenemos que quererla, protegerla, estudiarla, vivirla y leerla.

Respecto al estado de salud de las artes escénicas, Molins lamentó que «la herencia ha sido muy mala económicamente y de pluralidad estética o reconocimiento de lo que se hacía. Ahora está mejorando todo, pero estamos empezando. Espero y deseo que haya mil flores, mil voces, que la danza, el circo, el cine y el teatro se expresen».

Animó a las nuevas generaciones para que «tengan lealtad a sí mismos, a tener un proyecto de vida y estético y a trabajar. A ser leal a la lengua y mirar al futuro, estar abierto y leer mucho». Por último, destacó la «autoestima, que no somos una cultura de tercera, sino de primera».