Ana Juan lleva ya 25 portadas publicadas en The New Yorker, una revista de referencia mundial no sólo por la calidad de sus textos sino por mantener la tradición de combinar el periodismo escrito con la ilustración. Tan importantes son las portadas para el semanario fundado en 1925 por Harold Ross que muchas veces los dibujos que las protagonizan son la expresión editorial de la revista, definiendo con ellas su posición política o social sobre asuntos de actualidad.

Ana Juan -Premio Nacional de Ilustración en 2010 y Medalla de Oro en la categoría de ilustración de la Society of Newspaper Design, entre otros reconocimientos-, colabora desde 1995 en The New Yorker. Ha sido la responsable de portadas dedicadas a la Guerra de Iraq, el aniversario del 11-S o el atentado a la revista francesa Charlie Hebdo, aquella con una Torre Eiffel sangrienta y con punta de lápiz, «la más difundida» de sus obras, y una de las más importantes para su autora.

Ahora, la artista valenciana ha vuelto a la primera página de The New Yorker con la imagen de una mujer con una mano roja a modo de boca y que está dedicada a todas la mujeres que «han sufrido abusos y han sido silenciadas».

«Es un homenaje a todas las mujeres que han sido silenciadas durante muchos años por no poder contar los asaltos y los abusos que han sufrido», según aseguró ayer Ana Juan, que explica que ideó el dibujo y lo envió a The New Yorker cuando el movimiento #MeToo había salido a la luz, aunque en aquel momento su propuesta se quedó en un cajón. No fue hasta finales de la pasada semana cuando la revista decidió recuperar aquel dibujo con motivo del testimonio de Christine Blasey Ford, una reputada profesora de Silicon Valley que relató cómo el juez Brett Kavanaugh, designado por Donald Trump para el Tribunal Supremo, la agredió sexualmente en 1982.

Esta declaración tuvo lugar el jueves y el viernes la editora de arte de The New Yorker, Françoise Mouly, llamó en varios ocasiones y envió numerosos mails a Ana Juan para pedirle que le enviara de nuevo su dibujo del #MeToo. «Se decidió que esa era la portada para lo que está pasando en este momento», ha indicado la ilustradora, que tuvo que con lápiz, color acrílico y ceras tuvo que rehacer el boceto en media hora porque no encontraba el archivo original.

Nacida en València en 1961 y licenciada en Bellas Artes por la Universidad Politécnica en 1982, a principios de aquella década se instaló en Madrid donde trabajó en las revistas La Luna y Madriz colaborando con sus primeras y únicas historietas, de tintes expresionistas en blanco y negro. Fue cuando empezaba a desarrollar un estilo personal compaginando la ilustración con la escultura y la pintura. A partir de 2001 ha publicado libros ilustrados como Amantes, La Bella Durmiente, Frida o Kipling.