Se resistía a que la prensa la llamara «diva», pero «lo era desde que nació gracias a esa voz prodigiosa», asegura el director de orquesta valenciano Manuel Galduf. Fue uno de los profesionales que tuvieron la suerte de coincidir con esta leyenda de la ópera del siglo XX. Hoy, el mundo la llora. Montserrat Caballé falleció ayer en Barcelona a los 85 años. Su salud era delicada desde hacía años, especialmente desde hacía un mes, cuando fue ingresada en el Hospital Sant Pau por sus problemas de vesícula. El velatorio de la artista se abrirá hoy a las 14 horas en el tanatorio de Les Corts de Barcelona, donde también tendrá lugar el funeral mañana al mediodía. La familia rehusó el ofrecimiento del Liceu de Barcelona, su casa, para acoger el velatorio, ya que la diva prefería no ser exhibida ante el público.

«La Caballé» fue la voz operística más universal de la historia de España. Su calidad vocal y su técnica sentó cátedra, y su expresividad la encumbró a ser llamada «leyenda» de la ópera. Se ganó el afecto del público con unos pianissimos eternos -que aún conservaba en sus últimos momentos- y un magnetismo difícil de igualar. Interpretó casi 90 óperas, como Tosca, de Puccini; Aida, de Verdi; Arabella, de Strauss; Armida, de Dvorák o Evgeni Onegin, de Chaikovsky. Su curiosidad musical no entendía de géneros ni de épocas. Ofreció recitales de arias, de Lied, de zarzuela, de canción española y hasta impulsó la fusión de la lírica con otros géneros como rock. Todavía queda en el recuerdo su interpretación junto a Freddie Mercury del tema «Barcelona», himno oficial de Los Juegos Olímpicos en 1992. También cantó junto a artistas como Sara Montiel, Bruce Dickinson, de Iron Maiden, Al Bano y Romina Power, Carlos Cano, Los del Río o Diego El Cigala.

Experta belcantista, rescató para el gran público a autores olvidados, como Ottonio Respighi o Gaspare Spontini. Fue considerada una digna sucesora de otra diva, Maria Callas. De hecho, el éxito internacional lo obtuvo gracias a esta asociación con la soprano estadounidense. En 1965 sustituyó en el Carnegie Hall de Nueva York a Marilyn Horne en Lucrecia Borgia con un éxito arrollador. The New York Times tituló este triunfo como: «Callas + Tebaldi = Caballé», lo que la catapultó a escala internacional. Acumuló innumerables premios, como el Premio Príncipe de Asturias de las Artes -que recibió en 1991 junto a Plácido Domingo, Josep Carreras y Alfredo Kraus- o la Legión de Honor francesa, que obtuvo en 2005.

Afable, cariñosa, risueña, pero con un fuerte carácter. La soprano siempre estaba rodeada de su familia, que la acompañaba a cada escenario. Su marido, el tenor Bernabé Martí, abandonó su carrera para seguirla, y su hermano Carlos y sus hijos Bernabé y Montse no se perdían ningún concierto de la diva.

Orígenes humildes

Montserrat Caballé Folch nació el 12 de abril de 1933 en el barrio de Gracia de Barcelona, en el seno de una familia modesta. Hija de Carlos Caballé y de Ana Folch, procedente de Xàtiva, recibió su primera formación musical por parte de su madre que tocaba el piano. Ingresó en el Conservatorio Superior de Música del Liceo con una beca y se graduó en 1954. Su primer debut operístico fue en el papel de Serpina de La serva padrona en el Teatro Principal de València el 27 de junio de 1955 con la Compañía de Ópera de Cámara de Barcelona, dirigida por Napoleone Annovazzi. Tras unos años fuera de España, en los que cantó para las óperas de Basilea, Viena y Bremen, debutó en el Liceo de Barcelona el 7 de enero de 1962 en el papel de Arabella, de Richard Strauss, una interpretación recibida con entusiasmo por crítica y público.

Su trayectoria se perfilaba clara. Acabó cantando junto a las mejores orquestas y los más prestigiosos directores, entre ellos Herbert von Karajan, Leonard Bernstein, Zubin Mehta, James Levine, Claudio Abbado, Seiji Ozawa o Riccardo Muti.

Celebró el 50 aniversario de su debut en el Liceu en 2012, y desde entonces acumulaba algunos problemas de salud. Pese a todo, no quería bajarse de los escenarios. En más de una entrevista dijo que «no quería vivir de sus recuerdos».