Un piano en llamas en el centro de un gran corro formado por un público entregado al disfrute de la música de dolçainers y tabaleters de distintas collas puso en la plaza del Ayuntamiento de València el punto final al espectáculo homenaje al compositor valenciano Carles Santos, fallecido en diciembre de 2017.

Todo había empezado dos horas antes en la misma plaza, en la explanada desde la que se disparan las mascletades falleras, cuando la bailarina Sol Picó se subió al piano luego convertido en falla. Un grupo de asistentes empujó el instrumento por el asfalto de la calle de las Barcas hasta el vestíbulo del Teatro Principal, donde quedó instalado a la espera de verse convertido en ceniza.

El auditorio se llenó para recordar a Santos, el compositor genial y excesivo, en una serie de piezas inspiradas o creadas por él bajo el título de «Santos, y ara què» y bajo la dirección de Ximo Solano. La música de banda, un solo de percusión, el Coro Tramuntana Tremens, el pianista Óscar Campos, imágenes y palabras de Carles Santos se fueron sucediendo sobre el escenario con la intervención destacada de los actores Pep Cortés y Maite Gil, y otros que colaboraron en su día con el artista durante décadas de ejercicio creativo.

El público agradeció especialmente el desternillante diálogo desde dos palcos sobre el significado de la pertenencia a las vanguardias y la escena de la comunión de langostinos, con el actor ataviado con una sotana decorada con naranjas repartiendo entre el público langostinos (lógicamente de Vinaròs) que, a modo de formas consagradas, tomaba de un cuenco que la actriz sujetaba.

Los consellers de Hacienda, Vicent Soler, y de Cultura, Vicent Marzà, sucumbieron a la tentación y se pusieron en la fila de los comulgantes, que recibían el fruto del mar sobre una servilleta de papel rojo y con una bendición de regalo.

Finalizada la función, el piano-falla remontó la calle de las Barcas y acabó sus días pasto de las llamas ante los ojos cómplices de los que se sabían el final y la mirada atónita de lugareños y turistas que pasaban por el lugar en ese momento. Fue una «noche Santos», una más de las que han servido y servirán para honrar al artista.