Dos días después que el Reina Sofía abriera las puertas a Luis Camnitzer (Lübeck, Alemania, 1937) con su «Hospicio de utopías fallidas», el artista uruguayo de origen alemán impartió cátedra en el Centre del Carme. «Es una de las figuras imprescindibles del arte contemporáneo latinoamericano», dijo Manuel Borja-Villel el martes en la inauguración de su retrospectiva en el Reina. «Separo el conceptualismo latinoamericano del arte conceptual hegemónico», explica Camnitzer en la nueva y coqueta aula del Centre del Carme donde se imparte el máster Permea, organizado por el Consorci de Museus y la Fundación Daniel y Nina Carasso.
Ensayista, crítico de arte, comisario de exposiciones, pedagogo, conferenciante, creador de objetos, acciones o composiciones musicales. «En el fondo todo es arte para mi», asegura. Defiende que arte y educación funcionen como un «todo indivisible», porque «el arte siempre tuvo el peligro de considerarse una actividad de ocio y por tanto de clase. Y en la educación, ese ocio va quedando de lado». Un absurdo, en su opinión, porque se está amputando la mente de la gente. «El arte es una metadisciplina que tiene que gotear a todos los campos para permitir la imaginación en todo lo que hacemos y no solo en la parte de ocio».
Tras una clase con los alumnos del máster Permea, Luis Camnitzer y María Acaso mantuvieron una conversación abierta sobre el cambio de postura del arte dentro de las aulas. «El arte ha ido separándose de la sociedad y es hora que vuelva a entrar, pero en ese proceso hay que mantener la riqueza de investigación que tenía», sostiene.
Activador silente
Mantiene que el arte se ha ido convirtiendo en una suma de objetos, dejando el cambio que supone percibir las cosas. Por eso en la medida que la sociedad se está descodificando, «toda la industria del conocimiento está en un estado líquido».
Sobre la introducción de las nuevas tecnologías en el proceso creativo, el profesor emérito de la State University de Nueva York lo enmarca como un problema de actitud. Si el conocimiento son algoritmos en secuencia de instrucciones conectadas, la cultura debe adaptarse. «Estamos consumiendo algoritmos que nos pone google sin posibilidades de interactuar. Un analfabetismo sobre como funcionan los canales de información que nos hace cada vez más pasivos en vez de activarnos. El arte podía ser el activador, pero no fue asumido como activador». ¿Por quién? «Por los artistas y por el mercado».
La «payasocracia» peligrosa
Los padres de Camnitzer fueron refugiados judíos que huyeron de la Alemania nazi en 1939 a Uruguay. Así que manifesta su desconcierto por lo que pasa en Europa y Estados Unidos. «Creo que la crisis llegó con Berlusconi. Hay una forma de gobierno que está subiendo como un virus, que yo llamo la 'payasocracia' peligrosa porque no tiene humor. La risa va a estar prohibida pronto. La risa debe integrarse como un derecho en la declaración de Derechos Humanos de las Naciones Unidas».
Volviendo al arte afirma que«es una forma de entrar en el campo de la ignorancia y jugar a buscar ordenes y articulaciones». Para ser un representante de la emergencia artística la edad no es un problema. «Tengo 81 años y me siento más joven que uno de 20», dice. Le interesan los artistas que «proponen problemas que por casualidad se resuelven mejor en arte que en otras cosas». ¿Y que más? «Estoy jubilado y feliz».
