En el cine hay pocos momentos tan emocionantes y extraños a la vez como esa escena en la que aparece Eli Wallach trotando primero y luego levitando entre las lápidas de un cementerio mientras la cámara pierde el sentido y «El éxtasis del oro» de Ennio Morricone se impone sobre todas las cosas. Ocurre en El bueno, el feo y el malo de Sergio Leone, obra cumbre de aquel genero entre paródico y genial (a veces) que fue el Spaghetti Western. Eli, el «Feo», corría porque quería encontrar antes que Clint Eastwood («El bueno») y Lee Van Cleef («El malo») la tumba del soldado Arch Stanton que, supuestamente, guardaba un tesoro extraordinario.

Como tantos otros «spaghettis», Leone rodó la película en España y, en concreto, la escena del cementerio en la burgalesa Sierra de la Demanda, en el término de Silos, algo que quedó en el olvido de la mayoría y que no se recordó hasta muchos años después, tal como cuenta el documental Desenterrando Sad Hill, que hoy sábado a las 22.30 y mañana a las 18.00 se proyecta en los cines Babel, dentro de la programación de la Mostra de València.

La película dirigida por Guillermo de Oliveira cuenta cómo en julio de 1966 el Ejército español levantó un enorme cementerio, «aquel camposanto tenía más de 5.000 tumbas... pero nadie enterrado en ellas». Entre otros, en Desenterrando Sad Hill hablan tres de los cientos de soldados que cobraron 250 pesetas para construir aquel cementerio irreal. Y también interviene Clint Eastwood, el único protagonista vivo de la película de Leone, además del propio Morricone. El documental recoge incluso el testimonio de James Hetfield, cantante de Metallica, banda que versiona devotamente ese «horriblemente genial» (así la describe) «Éxtasis del oro» que acompañaba la carrera de «el feo».

Pero, sobre todo, el documental cuenta la venturosa historia de la Asociación Sad Hill, un grupo de mitómanos enamorados de El bueno, el feo y el malo, capitaneado por Sergio García, que en octubre de 2015 impulsó la exhumación del «spaghettimenterio». Tras hallar la plaza central enterrada bajo una capa de tierra y matorrales, la asociación inició una campaña para financiar el desentierro de las 5.000 losas. A cambio de 15 euros, los donantes (vivos o muertos) verían su nombre grabado en una tumba de Sad Hill.

La otra cara del Islam

Ayer viernes, primer día «oficial» de la Mostra, el festival acogió el estreno en España de Whispering sands del director tunecino Nacer Khemir, una metáfora visual con la que pretende mostrar «la otra cara nada habitual en medios de comunicación del Islam», en un tiempo en el que «solo se muestra en los medios el lado más fundamentalista» de su religión.

Así lo señaló ayer Khemir tras la proyección de esta película que calificó como «un estudio de la historia de la cultura y las tradiciones árabes». «Hay un problema con la sensación de pérdida en el mundo árabe - declaró- Se habla mucho de la cultura como motor del mundo. El verdadero motor no es la cultura sino cómo echar la zarpa a la riqueza del otro».

La primera jornada de la Mostra la abrió Un día más con vida, una coproducción hispano-polaca codirigida por Raúl de la Fuente y Damian Nenow basada en el libro del mismo título de Ryszard Kapuscinsky. El largometraje mezcla 60 minutos de animación en 3D con aroma de novela gráfica y 20 minutos de documental donde se recupera a todos los protagonistas vivos de aquella aventura y se recrea con maestría uno de los episodios más intensos y arriesgados en la vida profesional del reportero, ganador en 2003 del Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades. «El objetivo de la película era hacerle un homenaje a los civiles que mueren en las guerras», apuntó en rueda de prensa el director Raúl de la Fuente.