El reconocido coreógrafo y bailarín francés Xavier Le Roy (1955) concentra este fin de semana las actividades de Bombas Gens Centre d'Art. Así, los próximos viernes y sábado Le Roy y la también coreógrafa de Hong Kong Scarlet Yu impartirán un taller sobre la relación de las artes en vivo con contextos expositivos y espacios no convencionales.

El taller utilizará ejemplos de las obras de ambos artistas realizadas para exposiciones y otros espacios públicos. El laboratorio parte de cómo la organización del tiempo y el espacio puede ser específica para cada lugar y cómo condiciona los trabajos y sus relaciones con el público.

Los participantes interpretarán movimientos, discursos y otras acciones para actuar como actores o espectadores. Desde Bombas Gens avanzan que algunas de las pruebas se mostrarán en las salas del centro sociocultural o en su entorno.

Le Roy, doctor en Biología Molecular, ha trabajado como bailarín y coreógrafo desde 1991. Regularmente trabaja los modos de producción y de colaboración propios del trabajo en grupo, explorando situaciones que cuestionen las relaciones entre los espectadores y los intérpretes, así como otras dicotomías como lo público y lo privado, la máquina y el humano o lo animal y lo vegetal. Esta es su primera visita a València.

También el sábado Le Roy conversará con Laurence Rassel, directora de la Fundació Antoni Tàpies, sobre la relación actual entre los museos y las artes en vivo, a las interferencias que se pueden crear en un contexto expositivo o en otros espacios más cercanos a las artes visuales. En su investigación entre artes escénicas y artes visuales, Le Roy propone un discurso sobre el cuerpo, el movimiento, el tiempo, tanto de manera individual como grupal y, en muchas ocasiones, trabaja con proyectos específicos para espacios expositivos o públicos.

Además, Le Roy llevará el domingo su espectáculo «Self Unfinished (autoinacabado)» a La Mutant, también en colaboración con Bombas Gens. En este solo, creado en 1998, Le Roy se transforma en una criatura híbrida entre máquina, alien y humano. Con todo tipo de aparatos físicos, el coreógrafo francés crea «un mundo de ilusión que es inquietante porque es, al mismo tiempo, asfixiante», señalan desde la sala de la calle Joan Verdeguer.

El bailarín se desplaza boca abajo y se transforma en tiempo real en una serie de aberraciones morfológicas que representan imágenes de un cuerpo que se reconfigura según leyes «desconocidas y un ritmo inquietante e inhumano». Con esta pieza reivindica «una exploración del movimiento a través de la metamorfosis hacia diversas posibilidades, acaparando constantemente la atención», concluyen.