Serio y brillante en su debut ante la Sociedad Filarmónica del valenciano Xavier Torres, quien tiene en su haber unas esplendidas Goldberg, de Bach o del Concierto para la mano izquierda, de Ravel, con la Orquesta de Valencia. En esta ocasión, Torres armó su programa sin necesidad de concesiones. Adentrarse en la jungla que supone la Sonata nº 1 Op. 28, de Rachmaninov solo puede hacerse o desde la más absoluta inconsciencia o contemplándola con una detallada reflexión conceptual. Eligió lo segundo.

Rachmaninov fue un compositor fecundo, además de virtuoso de amplias manos e imaginación desbordante. La mera lectura de sus miles de notas abruma y quizá por ello no es una obra habitual en el repertorio. Xavier Torres posee la suficiente liquidez para salir victorioso de la prueba sin aspavientos ni imposturas. Y así lo hizo: una por una superó todas las trabas e insufló pulso y alma sin acrobacias innecesarias desde el Allegro moderato. Primó la claridad de su técnica, controlando la gradación de las dinámicas (admirable su Lento), dialogando y matizando con un respeto inusual las exigencias del texto (arrollador en su Allegro molto) de un compositor cuyas manos llegaban a abarcar nada menos que?¡¡¡ una octava y media!!!

De tanto en tanto brotaron motivos y colores de sus conciertos para piano, tan identificables con la esencia del músico ruso. Bien hizo Torres en no camuflarlas y aprovechar los cantábiles confirmándose como gran artista.

La primera parte estuvo bien planteada desde los dos Klavierstücke D946, de Schubert hasta la artificiosa -que no artificial- versión de la Balada S171, de Liszt. Torres conjugo a ambos músicos con las transcripciones de dos lieder (lo cual no se precisaba y cuyos títulos deberían haberse traducido) donde el músico que lleva dentro el de Alberic, se explayó con emoción palpable? y audible.

Como bis, y con generosidad, tuvo el detalle de interpretar, una chispeante página de Llácer Plá, cuyo centenario se acaba de cumplir. En Torres no solo se admira como toca sino como va a tocar. Lástima por los ausentes.