«Alexandria»
teatro rialto
De: Mertxe Aguilar, Guadalupe Sáez. Int: Victoria Salvador, Jaime Linares, Cristina Fernández Pintado, Mertxe Aguilar, Victoria Mínguez. Audiovisuales y dirección: Juan Pablo Mendiola.
El teatro público tiene tres funciones básicas: el repertorio mundial, los nuevos lenguajes y la atención a los autores autóctonos. El Institut Valencià de Cultura ha apostado claramente por las dos últimas opciones. Es el caso de esta nueva producción. Por un lado, esta creación de Juan Pablo Mendiola logra perfilar, desde su ya reconocido estilo, una renovación estilística a través de la fusión de teatro y tecnología. Es especialmente reseñable la magistral utilización de las nuevas técnicas de video, y la licuación de la física del actor en directo con la química de los primeros planos.
Por otro lado, este texto de Mertxe Aguilar y Guadalupe Sáez, aparte de la señalada atención a la dramaturgia valenciana, se enmarca en lo que se denominan nuevas escrituras. La idea principal es el perfil de una Alejandría moderna (Google, por ejemplo) ya muy alejada del sentido humanista de la biblioteca clásica. La cuestión es plantear, desde una perspectiva social y otra individual (la tecnología y la soledad, las redes y el aislamiento€), el modo en cómo nos perturba el mundo digital. De ahí que aparezcan temas y situaciones que plasman ese mundo de realidad virtual y manipulación que aparece en el ciberespacio. Una multiplataforma que nos rodea de manera cotidiana, de ahí que destaquen relaciones supeditadas por Facebook, Twuiter o Whatsapp y un largo etcétera. El problema es el habitual en este modo de escribir tan actual, ya que es frecuente que se confunda la prosa poética y narrativa interiorizada con teatro. Dejo abierto esta discusión, para valorar el fondo de la obra, la pulcra resolución que da lugar a un cúmulo de agraciadas imágenes, y un reparto que hace gala de una calidez y corporeidad que contrasta con la bellísima técnica, pero siempre gélida. Sobresalen Victoria Salvador y Cristina Fernández. Un montaje, en fin, que hace caso a Arthur C. Clarke, «cualquier tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia». Pues eso.
