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Blanco y negro

Blanco y negro

Recital de piano

sala joaquín rodrigo.

palau de la música

Antonio Galera y Marina Delicado (pianos). Obras de Debussy (Preludios para piano, primer libro. Children's Corner. Estudios, selección), En blanc et noir, para dos pianos. Entra­da: Alre­de­dor de 250 perso­nas. Fe­cha: Jueves, 29 de noviembre de 2018.

Agua y aceite. O «Blanco y negro», por utilizar la expresión recurrida por el gran Claude Debussy para titular su magistral tríptico para dos pianos ideado en 1915 y repleto de connotaciones pictóricas y literarias. Velázquez, Barbier y Carré, François Villon y Charles d'Orleáns palpitan en el fondo de esta composición cargada de contrastes y de un impresionismo «en blanco y negro» teñido de la inquietud ante el desastre presente de la Primera Gran Guerra. Fue precisamente En blanc et noir la composición que cerró el recital ofrecido por los pianistas valencianos Antonio Galera (camisa blanca reivindicativa) y Marina Delicado (de negro riguroso), el jueves en la Sala Rodrigo del Palau de la Música.

Una y otro comparten la condición de pianistas de bien labrada escuela y de evidentes artistas del teclado. También la identificación palmaria con un compositor -Debussy- que sienten próximo. Sin embargo, sus maneras de tocar y de sentir son radicalmente incompatibles. Galera (blanco) es un intérprete más permeable, dúctil, etéreo e incluso imprevisible. De sonoridades más preciosas y preciosistas que rotundas o definitivas. El pianismo de Delicado (negro) responde a una naturaleza vital más dominante y contundente. Es más afirmativo y conciso. Lo que en él es sugestión, en ella es certeza. Dos caras contrapuestas difíciles de conciliar a la hora de tocar juntos y bien ensamblados, como exige la genial partitura para dos pianos de Debussy, y que quizá por ello supuso el punto menos álgido de un programa lleno de interés y calidad.

El fino y refinado artista que es Antonio Galera afloró en una lectura sutil, libre, muy personal, matizada y arriesgada del primer libro de los Preludios de Debussy, unos pentagramas con los que el pianista de Picanya lleva años conviviendo desde sus largos años de formación en París y Bruselas. Logró comunicar con el público incluso antes de comenzar su interpretación, cuando sentado ante el piano esperó con tanta autoridad como temple a que en la sala se generara el silencio absoluto que requiere cualquier gran interpretación. Dejó así bien sentado desde el primer momento que iba a hacer música de verdad. En esa atmósfera de recogimiento y atención atacó el lento y grave inicio de Danseuses de Delphes. Y mantuvo indemne el grado de concentración hasta los dos fortísimos acordes finales del nervioso y humorístico Minstrels.

Galera desentrañó minuciosamente los inagotables colores, registros y sensibilidades que se acumulan en cada uno de los doce preludios, que él entiende de un modo personal y con licencias propias de quien se sabe conocedor y dominador de lo que tiene entre manos. El largo calderón inventado sobre la nota inicial de La fille aux cheveux de lin; las inflexiones métricas de La sérénade interrompue o La danse de Puck, o el virtuosismo tempestuoso con el que resolvió las dificultades de Ce qu'a vu le vent d'ouest fueron detalles de una interpretación siempre sobresaliente.

Marina Delicado abrió la segunda parte del programa con la delicia de las seis páginas que integran la suite Children's Corner, compuesta por Debussy en 1908 para su hija de tres años Claude-Emma y su institutriz inglesa, Miss Dolly. La delicadeza, ironía, humor y chispa de estas frágiles piezas infantiles casan mal con el pianismo firme y decidido de la Delicado, una pianista cuyas generosas calidades y cualidades sí brillaron con intensidad en los cinco estudios de Debussy que cerraron su actuación en solitario. Música intrincada solo apta para grandes intérpretes. Ella demostró serlo con su versión cargada de excelencia, rigor y solvencia pianística.

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