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De corta y pega

De corta y pega

Sociedad Filarmónica

de Valencia

Sala Iturbi. Palau de la Música

Obras de Boccherini y Sor. Int.: La Real Cámara (Emilio Moreno e Ignacio Ramal, violines; Antonio Clares, viola y Mercedes Ruiz, cello) y José Miguel Moreno, guitarra goyesca.

Leyendo la trayectoria del prolífico Luigi Boccherini (Lucca, 1743-Madrid, 1895), no resulta aventurado afirmar que su talento musical era desbordante (125 cuartetos, 54 tríos, 20 sinfonías, una zarzuela, un Stabat Mater, etc.). Pareja debió ser su destreza para las relaciones públicas: entre sus mentores desfilan embajadores, reyes, príncipes, marquesas, condesas e tutti quanti. Todo ello le valió que su obra se oyera en las cortes de Prusia, Francia, Italia y por supuesto, España, durante más de 30 años vivió en Malasaña, fue enterrado en la Iglesia de San Miguel pero en 1927, el propio Mussolini obtuvo el traslado para ser inhumado en Lucca.

El plato fuerte de La Real Cámara, ensemble dirigido por Emilio Moreno (excelente en el arco y el mástil), fueron dos de los quintetos con guitarra de maestro toscano, a quien sus vivencias hispánicas le contagiaron (como a Scarlatti) nuestros ritmos y melodías, captadas en sus escapadas nocturnas por las calles del Madrid. El de Lucca no tuvo empacho alguno en arreglar muchas de sus propias partituras y transformarlas en una «nueva». Adelantado a su tiempo, fue todo mago del cortar y pegar.

Abrió la noche el «Cuarteto G.223», sobre la Tirana, danza española del XVIII que fue expuesta con todo garbo y brío. El fandango fue un aire popular arraigado en el siglo de las luces, que bailaba, cantaba o tocaba el pueblo. El padre Soler, catalán de Olot, escribió un verdadero pezzo di bravura y también Scarlatti se rindió a su embrujo rítmico. Boccherini lo toma para cerrar su «Quinteto con guitarra G.448», ejemplo transformador, ya que sus cuatro movimientos son componendas de los quintetos «G.270» y «G.441». Lo escuchado adoleció de no pocas incidencias y desencuentros que, sin duda, la profesionalidad del grupo se aprestará a enmendar.

Mención aparte para José Miguel Moreno con una atenta lectura de la obra de Fernando Sor, inspirada en la melodía de «Mambrú se fue a la guerra», en referencia al duque de Marlborough, militar legendario que hasta García Márquez menciona en sus Cien años de soledad.

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