Café La Tranquilidad, Avenida del Paralelo, Barcelona, años 20 del siglo pasado. Un mendigo se acerca a una mesa y pide una moneda a un hombre. Este saca una pistola de su chaqueta, se la pone en la mano al mendigo y le dice: «Ve a un banco y coge lo que necesites. Es tuyo». Comienza la música, porque la pieza es un musical al que ha puesto sonido Santiago Auserón. Así arranca el relato protagonizado por Alberto San Juan que versa sobre la historia del movimiento obrero y que del 7 al 9 de diciembre se representará en el teatro Principal. Porque Mundo obrero, como su nombre indica, es una obra de compromiso. «Esta vez he procurado avanzar en el concepto de espectáculo y ser más austero con los datos históricos. Me fijo menos en personajes reales y me detengo más en personas corrientes», apunta San Juan a Levante-EMV.

Cansado de que «eso que llaman la Historia oficial parezca el fruto de acuerdos institucionales tomados entre unos cuantos hombres importantes, cuando si el mundo avanza es por la gente común que peleó en los movimientos sociales», el actor ahonda en la creación del movimiento obrero para ir avanzando, a través de las luchas en el campo y en la ciudad, hacia los años 30 del siglo XX, el exterminio de la guerra y la guerra después de la guerra, las primeras grietas en el silencio a finales de los 50, la inmensa ola del antifranquismo, el fin de la dictadura y de la movilización social, la victoria del partido socialista, el fin del movimiento obrero, «las cuatro mejores décadas e nuestra historia», y de nuevo, las luchas en un mundo postindustrial. Todo a través de personajes históricos pero también anónimos.

Respecto a la música, de Santiago Auserón, San Juan justifica la elección por ser «un compositor que conoce el patrimonio musical, algo importante para una obra como ésta, que transcurre en distintas épocas». Así, las creaciones de Auserón se mueven dentro de «la copla al pop y del pop a algo parecido al reggaeton», indica San Juan. El café La Tranquilidad se convertirá en un olivar extremeño, un callejón de Lavapiés, el Congreso, una oficina. Discursos y diálogos.