Los rincones del Mediterráneo, los paisajes del Cantábrico, los secretos de La Alhambra... Los portugueses podrán conocer su país vecino a través de los ojos del pintor valenciano Joaquín Sorolla gracias a la exposición «Tierra adentro», que se inauguró ayer en el lisboeta Museo Nacional del Arte Antiguo.

El Sorolla «más paisajista» llega por primera vez a Portugal con 118 obras que pueden ser el principio de una etapa en la que las pinturas de ambos países, hasta ahora «grandes desconocidas», se acerquen, apunta la comisaria de la exposición, Carmen Pena. Pena confía en que, a raíz de esta muestra, «los museos españoles van a tener un interés en presentar también a los grandes pintores portugueses», y que con ello «se inicie una política mucho más global» entre las pinacotecas de los dos países. Por ahora, la exposición estrenada hace dos años en Madrid llega al museo luso, donde permanecerá hasta finales de marzo, e incluye cuadros de la colección del Museo Sorolla de Madrid y de otras particulares, que repasan la obra del pintor valenciano (1863-1923).

Las pinturas viajan desde la España de finales del siglo XIX hasta la de principios del XX y recorren lugares tan distintos como el País Vasco, Castilla o Andalucía, divididas en distintas muestras según la temática de la obra, como «La València de Sorolla», «Ciudades monumentales» o «España blanca».

En el sur de España, cobra especial importancia Granada, donde a Sorolla le impresionaron mucho sus barrios, La Alhambra y Sierra Nevada, por lo que le dedicó 47 paisajes, elaborados en tres viajes en 1909, 1910 y 1917, todos ellos realizados a finales de otoño o en pleno invierno.

La relación del pintor con diversos intelectuales de la Institución Libre de Enseñanza le condujo a la meseta castellana, en la que Sorolla quedó fascinado por Toledo, donde dibujó tanto paisajes lejanos del casco antiguo como pinturas centradas en la singularidad del Tajo.

Nostalgia de su tierra

Entre las obras que componen la muestra, no faltan las piezas ambientadas en su València natal, el pintor presenta espacios urbanos vacíos, de los que se desprende un punto de nostalgia por la tierra que le vio crecer.

Los visitantes lusos también podrán conocer otros escenarios como la Albufera, las zonas de huerta o algunas aldeas típicas, en los que muestra las características distintivas de los paisajes de su región, tantas veces convertidos en poesía por su amigo Blasco Ibáñez.