Un Velázquez inédito fue el reclamo de la Colección Delgado, pero ¿cómo llegaron las 32 obras clásicas al Bellas Artes de València? El origen del comodato entre el museo público y el misterioso coleccionista cordobés aparece ahora tan borroso como la certeza de algunas de sus piezas. Desde que en abril del año pasado se anunciará a bombo y platillo que la Dama de perfil era un Velázquez desconocido, con el único aval de la antigua jefa de Documentación del Prado, Carmen Garrido, ningún experto en la pintura del maestro sevillano ha ratificado esa hipótesis.
Desde el principio extrañó el silencio de Jonathan Brown (Springfield, Massachusetts, 1939), la máxima autoridad mundial en la obra de Velázquez. Recabar la opinión del hispanista estadounidense, que vive desde hace años en España, era fácil porque además es miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos, institución que comparte espacio con la pinacoteca en el antiguo seminario Pío V.
Igual que la discreción del catedrático de Historia del Arte de la Universitat de Lleida, Ximo Company (Potries, 1953) que publicó a principio de año el libro Velázquez. El placer de ver pintura. Además, Company dirigió el Bellas Artes desde octubre de 1993 a febrero de 1996 y todos los días que ocupó el cargo se detenía ante el autorretrato de Diego Velázquez, el único individual que pintó, para darle los buenos días. Ximo Company es el actual director del Centre d'Art d'Època Moderna de Lleida.
Ni Brown, ni Company, ni otros expertos velazquianos han dicho nada ante el sorprendente hallazgo de la Dama de perfil que debería haber agitado el mundo del arte en España.
«La forma de concebir la figura, volumétrica y espacialmente, el toque del pincel, mínimo o más grande pero siempre dado con soltura por medio de aplicaciones directas, nos ha llevado a pensar en el pintor sevillano Diego de Silva y Velázquez. Por tanto, no sería para nosotros nada extraño que este boceto femenino de alguna diosa mitológica hubiera sido hecho por él durante su primer viaje a Italia (1629-1630)», recoge el estudio que le dedicó Carmen Garrido al que se agarró el Bellas Artes. «El perfil del boceto examinado recuerda al de la representación de La Religión socorrida por España (Museo Nacional del Prado) de manera bastante cercana», remataba Garrido.
Pese a tal descubrimiento, José Ignacio Casar Pinazo encargó la exposición de las obras inéditas de la Colección Delgado a José Gómez Frechina, un conservador del Bellas Artes hasta 2015 y a David Gimilio, el actual conservador del museo. Meses después se sumó a la fiesta una nueva revelación, un Murillo.
