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Literatura

"El mejor homenaje a un librero es que se compren libros y leerlos"

Miguel Morata, al frente de la Librería Primado desde hace más de dos décadas, se jubila a los 63 años - «Si volviera atrás volvería a ser librero»

"El mejor homenaje a un librero es que se compren libros y leerlos"

Tras más de dos décadas al frente de la Librería Primado, veterana de València, Miguel Morata se jubila con un balance que califica de «insuperable». Al menos en lo emocional y sentimental. «En lo económico es otra historia», dice entre risas el librero, que ha visto pasar por su establecimiento de la avenida Primado Reig a varias generaciones de lectores.

Se siente satisfecho de haber trabajado «en lo que me gustaba y de habérmelo pasado muy bien». Un lujo que no siempre está al alcance de todos. De los 31 años de existencia de la librería, él lleva 22 en ella. Llegó porque conocía a los anteriores propietarios y le propusieron formar parte del negocio, que no pasaba por un buen momento y que a punto estuvieron de cerrar. Durante algún tiempo permanecieron él y una socia, aunque finalmente fue Morata quien tomó las riendas absolutas de la librería.

Entonces contaba 41 años. «Yo me veía mayor y todos me decían que no lo hiciera, que todas las librerías estaban cerrando. La verdad es que yo no sabía qué iba a pasar», recuerda de aquellos años. Sí sabía, sin embargo, que la suya iba a ser una librería enfocada a lo cultural.

Él es responsable de las conocidas presentaciones con autores que se celebran la librería. Pionero en estas actividades junto con la librería Crisol -ya desaparecida-, fueron los primeros establecimientos en poner cara a cara autores y lectores.

Con más de dos décadas de vida en el mostrador, Morata tiene muchos recuerdos especiales. Destaca las visitas de José Luis Sampedro que, «por motivos de salud», venía habitualmente a València y siempre pasaba por Primado. «Se marcaba como objetivo venir siempre a la librería y me pedía que organizara encuentros con grupos pequeños», explica el librero, quien recuerda que «cada vez que nos veíamos charlábamos mucho y hablábamos de literatura». Recuerda también con cariño un escrito que le mandó Eduardo Galeano o la publicación en 2011 del libro Por donde pasa la poesía, una suerte de compendio poético de varios autores. Pero también le han traído muchas satisfacciones sus propios clientes, que le reconocían incluso más allá de las fronteras españolas.

Pero 22 años de trabajo dan también para sinsabores. En su mayoría debido a motivos económicos. Con el paso del tiempo, además, «se produce cierto desenamoramiento, vas perdiendo un poco el entusiasmo», dice, aunque asegura rotundo que nunca pensó en tirar la toalla.

De hecho, defiende que «si volviera atrás volvería a abrir una librería, aunque los inconvenientes van en aumento», lamenta. Entre ellos destaca el auge del comercio online, que «afecta no solo a los libros, sino a todo tipo de comercio». «Cuando veo que se abren y cierran librerías no me sorprende, porque el negocio está muy complicado». Critica además que «no hay conciencia de defender el pequeño comercio». De hecho, señala que tiene tres hijos y a ninguno «le entusiasma» recoger su testigo.

Para Morata la «etapa dorada» de las librerías fue alrededor de la Transición, cuando el número de establecimientos era cuatro veces mayor que hoy. Ahora muchas se han reconvertido en «pseudobazares o papelerías», sostiene.

Fiesta de despedida

A cinco días de su jubilación, asegura que no quiere «plañideras», que «el mejor homenaje que se le puede hacer a un librero es comprar libros y leerlos». Eso sí, mañana celebrará una fiesta de despedida a la que acudirán amigos y clientes de Primado. «Esta ha sido siempre una librería de afectos», dice cuando recuerda a la clientela habitual que estos días hasta se hace fotos con él como recuerdo.

Seguirá vinculado a la que ha sido su casa durante 22 años, ayudando en la organización de las actividades culturales, pero desde el «voluntariado». Del nuevo gestor de la librería mantiene su anonimato pero asegura que es alguien que conoce bien el sector.

A sus 63 años, asegura que aún tiene «asignaturas pendientes» y «pasiones» que retomará a partir del 1 de enero, primer día oficial de su jubilación, tras 45 años cotizados. Continuará explorando la montaña -«hay muchas cumbres que escalar», dice- y por qué no disfrutar del «arte de no hacer nada».

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