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La magia de Juan Mayorga

La magia de Juan Mayorga

Los éxitos de público son muy buenos para la salud del teatro. Pero también el prestigio intelectual, una idea que hoy está bastante lejana de la escena. No obstante, persisten autores que se mantiene en sus trece de decir cosas además de construir bien las piezas. En este caso quisiera remarcar a Juan Mayorga, recientemente elegido para ocupar el sillón M de la Real Academia de la Lengua, vacío desde el fallecimiento de Francisco Nieva.

Por ello quisiera remarcar que hoy el Teatre el Musical estrena una de sus últimos textos, El mago, cuyo montaje ha sido dirigido por el propio autor. El problema es que solo habrá una representación (lo efímero sigue siendo la tónica de nuestros escenarios, y más el del Cabanyal), de ahí mi interés en llamar la atención sobre el mismo.

Y lo primero que me viene a la mente es que a Mayorga se le puede considerar, sin ningún tipo de pedantería, como un intelectual. Conoce bien los entresijos del teatro, pero en su obra aporta algo más que dicha sabiduría técnica. También es interesante que cada vez sea más conocido fuera los ámbitos teatrales. Y esa es una asignatura pendiente de la actual dramaturgia, tan pegada a las formas como a un gremialismo que va en contra muchas veces de la calidad.

Creo que es bueno que reflexionemos sobre esto, mientras lo hacemos sobre este autor que aporta pensamiento a la sociedad en forma de buen teatro. «Teatro de ideas», que fusiona teatro bueno y buena filosofía. Entre estas ideas selecciono algunas temáticas tratadas por Mayorga como la relación del artista con el poder (Cartas de amor a Stalin), la lucha por decir la verdad (Las últimas palabras de Copito de nieve), o la imaginación (El chico de la última fila, obra que sirvió de base para el guión de «Dans la maison (La casa)», de François Ozon, Concha de Oro del festival de San Sebastián de 2012).

Con El mago, obra que nace a partir de asistencia del autor a un espectáculo de hipnotismo, Mayorga se adentra en el tema de la verdad al descubrir que en dicho montaje todo era mentira, pero todos querían pensar que estaba lleno de verdad. Las actrices María Galiana y Clara Sanchis encabezan el reparto de este sainete cuántico -como lo ha definido el crítico Rafael Fuentes- cuya tesis consiste subrayar que dejarse llevar por certezas incuestionables es un camino inequívoco hacia el fanatismo, pero acceder los fraudes como verdades nos empuja a convertirnos en títeres. En suma, y como dice el propio Mayorga, «el teatro piensa, y el teatro da que pensar». El suyo, matizaría.

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