Avezado lector o lectora, si se decide a avanzar en la lectura de este texto me apremio a indicarle que nace con el único e imperioso propósito de resituar -tras ciertos vaivenes tendenciosos- y valorar de forma objetiva la colección Delgado depositada en el Museu de Belles Arts de València, más allá de las declaraciones desafortunadas y claramente capciosas del actual presidente de la Real Academia de San Carlos -a título particular- en este periódico el pasado 18 de diciembre que merecen por derecho una réplica.

En primer lugar, no deja de sorprenderme Sr Muñoz Ibáñez la campaña de cariz destructiva y personalista que ha orquestado sin fundamentación alguna sobre la colección Delgado que en palabras de un viejo amigo definiría sin tapujos como «Un inoportuno tsunami de caspa».

A este paso Sr. Muñoz, gracias a su errónea lectura -que sería deseable rectifique- de la generosidad y buen hacer de un ciudadano discreto y ejemplar, tendremos pronto quizá por sus exabruptos caprichosos y desnortados un mártir coleccionista o un coleccionista mártir. ¿Otro Primo Pons de Balzac? Favorecer la noble tarea del coleccionismo -salvaguardando con sacrificios el patrimonio con la pasión y peculio propio- resulta una tarea muy ardua en nuestro terruño y encontrar a uno que desinteresadamente preste una treintena de obras a una institución pública con objeto de ofrecerlos al disfrute y estudio del público y especialistas no es muy común. Echar mano del refranero español resulta bien ilustrativo: De bien nacidos es ser agradecidos.

Cabe recordar la existencia de un comodato público con la colección Delgado y que con antelación el proyecto de exposición pasó como es preceptivo por el Patronato del Museo del que usted forma parte.

El depósito de obras privadas en museos públicos es práctica común y deseable al potenciar y mejorar los discursos expositivos con multitud de ejemplos en el ámbito nacional y más allá de nuestras fronteras en instituciones tan prestigiosas como el Metropolitan Museum de Nueva York, la National Gallery de Londres, o el Museo Nacional del Prado.

Autocalificarse de estudioso de Velázquez tiene su miga Sr. Muñoz, teniendo en cuenta sus aseveraciones: «He estudiado mucho a Velázquez, pero no hay que ser un experto para darse cuenta que Velázquez nunca hizo bocetos, nunca hizo una miniatura y que nunca pintó el seno desnudo de una mujer». ¿A quien pretende confundir o dirigirse con esas declaraciones?, acaso a tertulianos de entendederas distraídas o poco cultivados. Hay que estudiar a Velázquez, no sé si mucho como usted, pero si al menos lo suficiente para saber que sí que hizo bocetos como la «Cabeza de Apolo», que hizo miniaturas como la del «Conde Duque de Olivares» del Palacio Real y que pintó senos desnudos como el de la Wallace Collection. Con algunas perlas más, dejará en entredicho su presentación en su entrevista del día 18 como: «acreditado erudito en arte». Sartor sartoris.

Los estudios razonados sobre las obras de arte no son estancos y se ratifican, revisan o modifican con el paso del tiempo. El Autorretrato de Velázquez del museo de València cuya autografía hoy está unánimemente reconocida no gozó al principio de esta unanimidad en la comunidad científica. Recientemente, un lienzo del Metropolitan considerado desde antiguo como obra de taller se ha reestudiado tras una oportuna restauración como un Velázquez autógrafo. Nadie, por ello, se rasga las vestiduras. El retrato de Simón de Rojas difunto, depósito en el museo de València de la colección del duque del Infantado está atribuido también a Velázquez, aunque también se ha propuesto la autoría a Vicente Carducho. ¡Sin ruido, ni alharacas en el horizonte!

Señala con decisión, Sr. Muñoz que el Ribera del museo de València es «único», imagino se trata de San Sebastián curado por Irene y su criada que Nicola Spinosa -autoridad en Ribera- señala en el catálogo razonado del pintor de Xàtiva como dudoso por su actual estado de conservación. Me reservo mentar otros casos del museo valenciano -como el San Leocadio- para no especiar en demasía con aditivos la salsa y desviar el tiro. Centrándonos, pues, su dardo emponzoñado -Sr. Muñoz- sobre la «Dama de perfil» de la colección Delgado atribuida a Velázquez por Carmen Garrido -doctora en Historia del Arte, jefa durante muchos años del Gabinete de Documentación técnica del Museo Nacional del Prado, autoridad reconocida en la técnica de El Greco y Velázquez y autora junto a Jonathan Brown del libro Velázquez. La técnica del genio- merece cuanto poco otro tratamiento. A fecha de hoy, ningún especialista en la obra de Velázquez ha contestado esta propuesta explicada con rigor por escrito de forma razonada. Usted señala: «debe refrendarlo en una revista acreditada». Acaso pretende negar la evidencia o pasar por alto que la «Dama de perfil» fue publicada por la revista Ars Magazine antes de su presentación pública en València. Intuyo por la suma de despropósitos que esto es algo más que una mala tarde...

No atenerse a la verdad, es moverse con la inestabilidad del vértigo y se corre el riesgo de que le achaquen a uno el calificativo cuanto menos de poco riguroso. Poco rigor y algo más, de hecho, demuestra Sr. Muñoz al señalar que en el Museo de Belles Arts de València: «no ha publicado nada en los últimos tres años y medio». Entre otros catálogos de exposición bajo la tutela y rigor profesional de Casar Pinazo director del Museu de Belles Arts de València se publicó «La colección Delgado» que usted al parecer desconoce donde podrá cotejar variados estudios realizados por reconocidos especialistas en la materia.

Créame que aún pudo ser más ocurrente Sr. Muñoz en su atrevimiento, mire que afirmar en relación a la «Monja en contemplación» de Murillo: «a los expertos que he consultado me han dicho que es un cuadro de taller». Lo hubiera bordado señalando sin rubor ni rebozos que es un «cuadro de aprendiz». ¡¡¡ A la vista está!!! Para su información, la pintura fue publicada por la revista Ars Magazine por Ignacio Cano, autoridad incontestada en Murillo y se ha incluido por su importancia y singularidad técnica en el catálogo de la actual muestra antológica del pintor andaluz en Sevilla.

Tildar de burro alfalfero a un individuo por su cerrazón y uso de anteojeras como visión abstracta de la suprema ignorancia puede resultar hasta jocoso dependiendo el humor de quien lo lea; tacharme, Sr. Muñoz Ibáñez, como «mamporrero del Señor Delgado» es soez, falaz y muchas más cosas. Su ensoñación, ¿patológica y quizá maniaca? se aleja totalmente de la realidad. No se apresure, Sr. Muñoz en desmentir su ofensa vidriosa, expresada en el museo sin estar quien suscribe presente que fue bien escuchada con estupor por diversos testigos en el interior de sus muros. A la ramplonería ya se sabe€

Reconózcalo Sr. Muñoz Ibáñez ha perdido la partida, jamás será director del Museu de Belles Arts de València, por mucho que se empeñe en airear en los medios sus conocimientos velázqueños. ¿Hasta cuándo pretende abusar de nuestra paciencia, destruyendo trabajos ajenos? Sea capaz de construir algo. Al museo se le ayuda y apoya desde el esfuerzo y la discreción y no al estilo de los condotieri del Rinascimento. Los que quieren y respetan a la Academia de San Carlos y al Museu de Belles Arts sabemos de sus encontronazos y acercamientos históricos, pero intuimos ya hace mucho que con su nombramiento se viviría una de las etapas más belicosas e improductivas entre las dos instituciones. Siga regalándose con alfalfa fina, disfrute sin conservantes y líbrenos de sus comentarios fatuos sobre Velázquez y Murillo en letra impresa más propios de charlas de café poco edificantes, o acaso ya está en proceso de méritos de campaña por aquello de las venideras elecciones a la presidencia.