València siempre ha sido generosa con Blasco Ibáñez, uno de los ejemplos lo encontramos en la idea que propuso el escritor nada más llegar a la ciudad en 1921 para ser homenajeado por su pueblo. En la misma Estación del Norte, presentó ante la prensa la idea de construir un Museo de Etnografía y Folklore como lo estaban haciendo en ese momento otros países europeos diciendo: «Lo he visto en el extranjero, pero yo le daré nueva forma y buena adaptación. Son ustedes, los que aquí residen quienes deberán realizarlo, pero yo ayudaré con todo entusiasmo?». Idea que con inmediata generosidad reaccionó València donando cientos de objetos para la formación del museo, ante el entusiasmo de un pueblo que consideraba a Blasco Ibáñez como a un ídolo al que seguir.

Así pues, el Ajuntament de València donó el Palacio Municipal construido para la Exposición Regional de 1909, para que fuese la sede del museo.

Esta iniciativa de Blasco Ibáñez, se vio truncada muy poco después con la salida del gobierno municipal del partido republicano blasquista, pasando totalmente al olvido.

Fue una década más tarde, con la proclamación de la II República y la llegada a la alcaldía de Vicent Alfaro, cuando se decidió retomar el proyecto ideado por Blasco Ibáñez, del mismo modo que a petición expresa del alcalde Alfaro, recuperar la memoria del escritor restituyendo la plaza que se le quitó durante la dictadura de Primo de Rivera así como dedicar su propia alcaldía a Blasco Ibáñez solicitando la repatriación de su cuerpo fallecido en el exilio en 1928.

La ilusión del Museo de Etnografía y Folklore volvió a revivirse en las calles de València, aunque el ambicioso proyecto no pudo desarrollarse en esta ocasión con el éxito que al escritor le hubiese gustado, lo que motivó que la Falla de la Plaza del Mercado de 1933, realizada por el artista valenciano Lluís Dubón, burlase el resultado presentando al museo como a un circo.

València tuvo que esperar hasta 1983, para que abriese sus puertas el actual Museo de Etnología.