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ENTREVISTA

Calamaro: "Soy partidario de la eutanasia libre y asistida"

El cantautor argentino se sincera antes de girar con su último disco, 'Cargar la suerte'

A sus 57 años, se siente un outsider del mundo de la música.

"Tu verdad, no; la Verdad y ven conmigo a buscarla. La tuya, guárdatela", escribió Antonio Machado en sus 'Proverbios y cantares'. Lejos de redimirse de este arma de destrucción masiva, la de la provocación innata, Andrés Calamaro reaparece cantando 'Verdades afiladas' en el single de su nuevo álbum, 'Cargar la suerte', grabado en sólo cuatro días pero con exquisito mimo. "Me he encontrado a mí mismo con este disco", revela, sin preocuparse por ocultar esa 'honestidad brutal' que, aunque a nivel terrenal ha generado gran cantidad de polémicas, le ha catapultado a ser el 'outsider' más respetado de la música. "Soy un artista de 57 años con antecedentes casi delictivos. Me sorprende las expectativas que hay con este último trabajo, pero estoy moralmente preparado para la indiferencia", dice con total naturalidad.

- Va ya por su decimoquinto álbum de estudio en solitario. ¿Cantar se ha convertido para usted en un mero trabajo rutinario o sigue disfrutando como si fuera el primer día?

- Si las sensaciones en el escenario son buenas, entonces disfrutamos todos. Me gusta grabar y me gusta ensayar. Soy un cantante de laboratorio. Los primeros días sufría las inseguridades de un cantante sin experiencia. No disfrutaba, me sentía desbordado por responsabilidades musicales por encima de mis posibilidades. En cambio, esta última grabación la disfruté como nunca y además fueron muy pocos días grabando. Y en la semana de promoción del disco nuevo grabé con Ara Malikian, Kase O, Arcángel y Ricky Falkner.

"Soy un 'outsider' de la industria pero me siento respetado", afirma

Disfrutar es una cuestión de confianza. Puedo disfrutar en un concierto también, pero no sé qué hacer las veinte horas anteriores y me cuesta mucho dormir después de cantar, a lo que hay que sumar mi severo cuadro de insomnio habitual. Alguna vez grabé más allá de mis propias habilidades, llegué a dominar técnicas insólitas muy por encima de mis cualidades humanas y musicales. Ahora tengo otra participación en la hechura de los discos, pero la misma responsabilidad. La música es mucho más grande que nosotros, escucho música de día y de noche escucho música también.

- En un momento en el que en la industria de la música reina el reggaetón y el trap, ¿por qué se mantiene sólido en el pop-rock?

- ¡Caramba! No tengo ningún drama con las tendencias genéricas de moda, van a salir cosas buenas de la música nueva, pero nunca pensé en grabar genérico para "conquistar mercados". Podría grabar otros sonidos, otros estilos, pero supongo que esto es lo que hago bien. Sería interesante provocar un cambio de dirección hacia sonidos más contemporáneos sin necesidad de repetir los sonidos que más se escuchan ahora mismo. Grabar un disco es elegir entre cincuenta discos posibles. Por lo menos para mí.

En esta oportunidad intentaba grabar un buen disco "de Calamaro" y no estoy hablando de mí en tercera persona. Digamos que me "encontré" con este disco. Estaba escribiendo letras hasta que le pedí a mi socio musical y amigo, Germán (Wiedemer), mayor participación en la hechura de las canciones. Después hicimos las maquetas para mirar de frente a un repertorio digno. Gustavo (Borner) escuchó estas maquetas y preparó un sistema para grabar con un plantel exquisito de músicos, la "crema" de Los Ángeles.

Soy un 'outsider' de la industria pero me siento respetado, soy un artista de 57 años con antecedentes casi delictivos. Me sorprende las expectativas que hay con este último disco, pero estoy moralmente preparado para la indiferencia.

"La de la multitud virtual no es una opinión válida", sentencia el músico

- Nunca ha tenido pelos en la lengua, pero ¿cree que con el paso del tiempo muestra menor reparo a mostrar sus ideas y gustos con respecto a la vida, la política, la cultura... ? ¿No tiene miedo a caer mal?

- Separemos la vida de Internet, que es donde "caigo mal". La mía es una vida bastante normal y no tengo problemas en la calle. Salgo a comprar la comida, voy a entrenar y frecuento tertulias, con músicos e intelectuales, y todos nos escuchamos con respeto y aprecio. La de la multitud virtual no es una opinión válida en tanto que no sabemos con quién estamos discutiendo, quiénes son, cómo se llaman, qué años tienen... Si mis buenos amigos me advierten de algún "moco", entonces reconsideraría comentarios, opiniones o actitudes.

Antes era peor. Ahora pienso más y mejor lo que voy a decir, especialmente fuera de mis conversaciones privadas o las tertulias con los tertulianos. Es verdad que vivimos una época extrema. Somos libres en la acción pero también en la reacción. Dicen que con los años se cristaliza la subjetividad. Y años no me faltan, evidentemente. Puedo caer mal, pero en Internet. En la calle, entre la gente que importa, el pueblo que respeto, ¡no voy cayendo mal a la gente!

En las distancias cortas soy cordial, buen anfitrión, un conversador autodidacta. Mi verdad y mi honestidad las conocen los que me conocen. Tampoco me dejo convencer por la izquierda tan fácilmente, soy heredero irresponsable de los intelectuales de izquierda, pero tampoco tengo fobia a los conservadores, eso es de una ingenuidad imperdonable.

- Con el título de su último disco espera "no ofender la sensibilidad de los aficionados a los toros, sino todo lo contrario". ¿'Sensibilidad' y 'taurina' no son términos contradictorios?

"Matar durante la guerra no siempre es homicidio o asesinato", dice

- De ninguna manera. En la tauromaquia, como con las artes plásticas, hay que aprender a ver (primero) para aprender a sentir (después). Conmoverse con una serie templada de naturales es cuestión de sensibilidad y de conocimiento, de entrenar los sentidos, incluido el sexto. Torear no sólo es pasar por delante de un toro, que ya tendría mérito por el peligro que encierra, sino que hay una forma de hacer las cosas con grado artístico. El arte es sutil y profundo al mismo tiempo.

No se puede comentar un libro sin leerlo primero, ni una película de cine sin haberla visto... Esto ocurre con las corridas de toros, si no aprendimos a verlo, es muy poco probable que vayamos a entenderlo, a sentirlo. Veo toros hace casi treinta años y todavía estoy aprendiendo. Ésta no es una conversación en donde, de ninguna manera, intervenga la cuestión moral. Hay que tratar de contemplar el grado intelectual de las cosas, sea apelando a las estadísticas o a la jurisprudencia. Matar durante la guerra no siempre es homicidio o asesinato, porque los planos estadísticos y jurídicos están trastocados.

En Argentina, supongo, se faenan diez mil vacas en el matadero, en un solo día. El proceso de una ganadería, que tampoco existe para alimentar a los hambrientos, no tiene nada de formidable... Pero seis toros bravos son la propiedad mística del pueblo, algo irrenunciable. Seis muertes honorables que cualquier persona quisiera para sí. Meter miedo y morirse en dos minutos.

- Ha explicado que no existe mayor sufrimiento que ver a su padre morir durante siete largos años, en contraposición con la rápida muerte de un toro. ¿Cuál es su posición en relación a la eutanasia?

- Soy partidario de la eutanasia libre y asistida. Es algo que sólo podemos hacer una vez en la vida. Tenemos derecho a elegir cómo y cuándo queremos terminar con esto. El suicidio y la eutanasia me parecen decisiones honorables. Hace varios años le comenté a mi padre que estaba leyendo tres novelas y los tres autores eran suicidas que se habían suicidado ya: Foster Wallace, Sandor Marai y el Premio Nobel Kawabata. Mi padre, sin apartar la mirada, me contestó: "Suicidarse en Japón no es gran cosa"... Algunos no nacimos para arrastrarnos por la vida, ¡como Belmonte!

- ¿Cree que estamos en una sociedad con miedo a la muerte? ¿Tiene miedo a morir?

- Mi madre tiene 97 años y sigue trabajando. Lógico sería suponer que piense ocasionalmente en el deterioro físico y en el punto final. En este contexto familiar no me corresponde temer a la muerte. Nadie tiene miedo de morirse durmiendo, en cinco minutos o escuchando Ismael Rivera. Ese miedo se aprende. Los demás animales son inmortales porque ignoran olímpicamente la finitud de la vida y un montón de conceptos abstractos.

- ¿Ha sufrido alguna vez el yugo de la censura por parte de una discográfica, una sala de conciertos, un colectivo, un partido político o incluso un país?

- No recuerdo que me hayan censurado. Hace muchos años me consideraban "persona no deseada" en algunos hoteles, pero ya pasó mucho tiempo y se olvidaron. Ocurre que mi adolescencia transcurre en los años terroríficos de la dictadura militar. Somos contemporáneos -y familia- de los torturados, los asesinados y los que no vuelven más. Sinceramente, que me censuren una canción me da igual. Mis ancestros vivieron evitando la masacre como podían, comieron ratas en la bodega de un barco...

- ¿Tiene miedo a perder la devoción que existe por usted, como Maradona?

- La devoción por Maradona existe, la seguimos celebrando, pero no es la pregunta. No tengo miedo al olvido ni al desprecio. Puedo vivir una vida tranquila sin devociones. Lo que no querría perder es el respeto de mis pares. Ahora mismo, el éxito y el fracaso, no son lo que eran el siglo pasado, hace apenas veinte años... El éxito no es negocio, dependemos de los contratos, como los toreros. Si no hay demanda para los conciertos las cornadas las da el hambre.

Andrés Calamaro se siente un 'outsider' de la música, pero se siente respetado.

Le contesto en el nombre de miles de músicos, compañeros del gremio: el fracaso no existe. Grabamos discos con las expectativas de lo que, hace veinte años, hubiera sido una catástrofe. Demás está aclarar el malentendido, ¡no tengo devotos! Tengo vecinos buenos, buenos amigos que pondrían el pecho para parar las balas, con mi nombre tallado a mano. Me escuchan buenas personas en muchos países... Muchos están escuchando mis grabaciones desde hace tiempo ya, otros no, escuchan otra cosa. A esta altura de mi vida, el fracaso sabría cómo aprovecharlo. Tendría más tiempo para dedicarle a la música... y a otros menesteres.

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