Una sensación de desasosiego tiene invadida mi cuerpo desde el sábado. Se ha muerto Jose Luis Rado. Joven. Fue una casualidad la que hace 35 años nos unio, y forjo una amistad inalterable, de esas que aunque pasen los años y no veas a alguien, sabes que pertenece a ese pequeño grupo de personas que puedes contar con los dedos de la mano.

Y ayer, me dicen que Jose Luis se ha ido. Aun no me lo creía y tuve que entrar en internet para ver que sí€. Que mi amigo Jose Luis se había ido inesperadamente. Una incredulidad que se había acrecentado, porque el pasado martes hablabamos por teléfono, y estábamos quedando para contarnos tantas cosas como hacíamos siempre que nos veíamos o nos llamábamos.

Ahora los periódicos se han llenado con una breve nota en la que recuerdan que fue director de Cinema Jove, y de la Filmoteca de Valencia, y rescató las únicas películas pornográficas que se conservan de las que mandó rodar Alfonso XIII. Era coleccionista, un arqueólogo del cine. Cuando eramos jóvenes, los viernes por la noche nos íbamos a su «lugar secreto», donde atesoraba centenares de joyas en 35 mm y, con un bocata en la mano, nos veíamos una bobina de esta€ una bobina de aquella€ un tráiler€Un fragmento cortado de censura€ Una noche vimos una de aquellas películas pornográficas de los años 20, cuando todavía están en soporte de nitrato. Y había que ir con mucho cuidado, porque aquello era dinamita pura.

Jose Luis no fue el director de la Filmoteca. Fue su alma. Su modernizador. Su corazón. Porque el corazón de Jose Luis estaba hecho de celuloide, y ahí, solo podía estar alguien que viera la vida en soporte químico, aunque el lucho para conservarlo digitalmente. Se ha ido el mismo día que nació John Ford. Su película favorita era El hombre que mato a Liberty Valance. Quiero pensar que ahora mismo la esta viendo, alla arriba en un cine, con su glorioso blanco y negro, y en Vistavision.