Juan Gómez Jurado: "Todos tenemos un punto de 'frikismo'"

Juan Gómez Jurado se ha convertido en todo un personaje a caballo entre el mundo más friki y la genialidad. Un extraño erudito en su tiempo que se considera "muy humilde" y que a su llegada al hotel donde se realiza esta entrevista tiñe todo de sonrisas detrás de una siesta no disfrutada. Más risas y bostezos muestran a un tío en apariencia corriente, hasta que comienza a hablar.

"Tengo más sueño que una cesta de gatos", dice al acomodarse en un sofá tras arreglar varios temas de trabajo que no le han dejado descansar un rato. Unas horas después, 400 personas acudieron a conocer a su autor, para muchos un dios de la ficción, para él mismo "una definición descabellada".

Su nuevo título, 'Reina Roja', deja los escenarios extranjeros para meterse de lleno en el barrio madrileño de Lavapiés, en la historia de Antonia Scott y Jon Gutiérrez. "Él tarda tres años en escribir una novela y a mi me dura tres horas", dice uno de sus fieles lectores en un comentario online. Algo que no deja de sorprender el taquillero literario.

"La Santísima Trinidad para mí son Arturo Pérez-Reverte, Stephen King y J.R.R. Tolkien"

- ¿Cómo se siente al sacar una nueva novela?

- Sacar una novela es un proceso complejo porque de alguna forma el trabajo en el que tú te has involucrado tres años de pronto se expone al público. Además, últimamente, ya no hay ni un respiro para conocer las opiniones. 'Reina Roja' salió el 8 de noviembre a las 12 de la noche y la gente ya se lo estaba descargando en sus móviles. Me fui a la cama y cuándo desperté ya había decenas de críticas de los lectores que habían leído esa misma noche la novela. Es sorprendente a la velocidad que van las cosas hoy en día.

"No pienso demasiado en los libros que vendo, me volvería loco"

- ¿Cuál es su principal fuente de inspiración a la hora de escribir este tipo de novela?

- Para mis tramas lo que suelo hacer es trabajar primero la historia y, a partir de ahí, llegar a los personajes. Con 'Reina Roja' ha sucedido al revés. Antonia Scott y Jon Gutiérrez son los primeros que aparecen y, de ahí, de la conversación que tienen en mi cabeza, de las historias que intuyo que tienen ellos detrás, se empieza a configurar la gran trama de este 'thriller'.

Así, Gómez Jurado descubrió que la ficción podía tener un dios con tan solo 13 años. O tres en este caso. A través de un triunvirato más que distinto, el escritor asegura que estos autores son los que "han configurado su forma de escribir". "Me meto de lleno en realidades, cada una de ellas distinta, que son mucho mejor que la mía", sentencia con sinceridad.

- ¿Cómo se siente uno al ser un dios de la ficción para otros?

- Esa pregunta es incontestable, contestarla sería una falta de humildad muy grande. Si me dices cómo me siento al vender millones de libros en el mundo te diría que ese mismo chaval de 13 años nunca se imaginaría que estaría en la situación en la que me encuentro. No es algo que piense demasiado, de verdad. Si no me volvería loco. De la única forma que uno puede hacer algo con sentido, no solo en la escritura, sino en la vida en general, es tomándote muy en serio lo que haces, pero muy poco en serio a ti mismo.

La única manera de sentarse delante de una historia es no pensando la cantidad de gente que la va a leer. El éxito no te pertenece a ti, es algo que te conceden otros. Tú te limitas a agachar la cabeza y hacer las cosas lo mejor que puedes para después reírte.

"Tengo la necesidad vital e imperiosa de estar todo el rato aprendiendo. En ese sentido soy muy 'friki'"

- ¿Qué temas jamás han salido ni saldrán en sus libros?

- No lo sé. No creo que haya nada que no haya tocado, nunca he hablado de la recogida de regaliz en el Cáucaso, (risas), pero eso no creo que sea un tema. En todas mis novelas he hablado de cosas que me importan como la paternidad, la familia, el amor, el sentido de la responsabilidad, el deber, la dificultad de encontrar una referencia y un compás moral en el mundo todo eso está presente de una forma u otra, y además son conflictos que son inherentes al 'thriller', al propio conflicto.

Pero más allá de sus libros, de sus escritos, Gómez Jurado también lleva su afición hasta dos programas, 'Cinemascopazo' y 'Todopoderosos', donde desgrana el mundo del cine de una forma más que cómica y también el punto friki con el que cuenta la mayoría de las personas, aunque sea de distintas maneras.

- ¿Qué le da el cine en su día a día?

- Soy una enamorado del cine, eso ya lo sabéis. Me gusta mucho el cine y la literatura. A veces me piden elegir y yo siempre digo que no hay que elegir ninguna de las dos. Lo que me gusta es escuchar historias, contar historias que me cuente historias. Buscar los modos en los que la verdad, la Humanidad, la belleza y el conflicto se manifiestan a través de la ficción.

- Si tuviera que contabilizar su nivel de 'frikismo', ¿dónde se ubicaría?

- Eso es una excelente pregunta. Yo soy muy apasionado, me gusta comunicar la pasión por lo que me gusta, por el conocimiento en muchas facetas. Tengo la necesidad vital e imperiosa de estar todo el rato aprendiendo, descubriendo cosas, encontrando la belleza en los sitios más insospechados. Desde ese punto de vista me considero muy friki, pero luego, (risas), me he encontrado con muchos fans de 'Todopoderosos' que me dan ciento y raya. Al final llegas a la conclusión de que la vida es un aprendizaje constante y que emocionarte y sentir alegría por descubrir cosas es lo que nos hace seguir adelante y probablemente lo más divertido.

Todos tenemos un punto de 'frikismo' en la vida, antes o después, o nos acompaña. Yo con los libros y películas. Tengo una tía que es un friki de los botones de hojalata, los tiene de decenas de países del mundo, para mí no tiene valor, pero para ella sí. La conclusión es: "Aprecia lo que te hace feliz, intentan conquistar la felicidad de la forma más interesante que te parezca y, sobre todo, no juzguemos".

- ¿Dónde nacieron las historias de Alex Colt?

- Mis relatos y cuentos infantiles nacen de tener dos hijos que son muy exigentes. Cuando eran pequeñitos les contaba la historia de un niño que se marcha al espacio a vivir porque le secuestran unos alienígenas, y un día mi hija mayor, Andrea, me dijo que quería que escribiera una novela para ella. Le dije que era una locura. Primero porque el mercado editorial para niños es mucho más pequeño, es más difícil conseguir llegar a los chavales, a nivel de escritura es más complejo además eso iba a distraerme de mi carrera para adultos que es lo que paga la hipoteca. Andrea me dijo que era consciente y que le daba igual, y por tanto lo hice.

- Si una de sus novelas fuese llevada al cine, ¿qué director querría que hiciera la película?

- Si fuera un director muerto, Stanley Kubrick. De los vivos me quedo con David Fincher o con Rodrigo Cortés.

- ¿Dio el salto del periodismo a la novela o al revés? ¿O nunca dio ese salto?

- Desde niño quería contar historias y la única manera con la que se me ocurrió que podía ganarme la vida haciéndolo fue matriculándome en la facultad de Periodismo y empezando con 16 años en una radio, después de becario, en ABC, la televisión y entre medias seguía escribiendo. Son dos mundos paralelos que nunca llegan a tocarse del todo.

"¿VOX qué es, una caja?"

Hoy en día, si me preguntas que soy, me quedo con escritor, me gusta más. Puedo inventarme mi propio mundo, realidades y alcanzar verdades que solo son asequibles a través de la ficción. Cuando das una noticia te das de bruces con la desagradable realidad, la ficción es más hermosa, puedes hacer con ella que la verdad salga a la luz, en ocasiones, de una forma más fácil que con un titular

- ¿Qué es lo mejor y lo peor del periodismo?

- Lo más ingrato son los sueldos. Lo mejor es saber lo que otros no y que se lo vas a contar y anticipar cuando al día siguiente vaya a salir una página en los periódicos con algo nuevo, distinto, valioso y tu nombre debajo muy en pequeñito. Aunque esto no es lo mejor del periodismo de hoy. Las cosas han cambiado mucho, hay grandes desafíos por delante en la profesión, pero no soy yo a quien corresponde resolverlos, afortunadamente.