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Crítica musical

Pop en cajas de cartón

Pop en cajas de cartón foto raquel norte

Cuando somos pequeños nos encantan las cajas de cartón. Con ellas construimos casas, castillos, fuertes, cabañas, lugares en los que escondernos y aislar al mundo de nosotros. Su interior vacío nos posibilita imaginar cualquier contenido que podamos manejar a nuestro antojo. A cierta edad, pocas cosas tienen el poder de una caja vacía.

En su espectáculo «Espejos y espejismos» -sería incompleto llamar concierto a lo que ha ofrecido Love of Lesbian (LOL) dos días seguidos en una Rambleta abarrotada-, la banda barcelonesa ha mirado a las cajas de su infancia para esconderse de ese grupo de confeti y karaoke que suele pisar festivales y grandes auditorios. «Los que lleváis la camiseta de 'John Boy' y los pagafantas que os habéis aprendido nuestras cinco canciones más escuchadas en Spotify ya podéis esperar», vino a avisar Santi Balmes. Sobre el escenario esperaban un montón de cajas que se transformaron en coches y edificios sobre los que títeres melancólicos subtitulaban las alambicadas letras de los LOL.

Las cajas, los títeres, el zeppelin que recorre los pasillos o la enorme bolsa que encierra a Balmes, son cosa del actor, cantante y clown Guillem Alba. Y hay momentos en los que la puesta en escena concebida por Alba nos hace desviar la mirada de los músicos y los oídos de la música, se adueña del espectáculo, es protagonista.

Pero no todo el concierto es así. ¡Valiente es Balmes! Un rato vale, como contribución a la causa LOL, pero todo el rato, no. Santi cuenta anécdotas, actúa entre el público, pregunta cómo va el fútbol, saluda a una niña. ¿Y la música? Pues muy bien. Y eso que no hubo «John boys», ni «Allí dónde solíamos gritar», ni «1999»; aunque sí «Planeador», «Noche eterna» o «Oniria e insomnia» con la que concluyeron más de dos horas después de haber empezado.

Es decir, hubo canciones habituales, pero pocas. La mayor parte del repertorio lo protagonizaron esas melodías que suelen quedarse en los márgene y a las que los artistas le suelen tener el cariño que se tiene por el hijo mediano, el que suele heredar la ropa pero que de vez en cuando va de estreno y resulta que es muy bonico también. En «Espejos y espejismos» las canciones medianas demostraron que, con el ropaje adecuado (aunque sea de cartón), se puede hacer muy buenos conciertos. O espectáculos. O lo que sea.

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