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Entrevista

Manuel Martín Cuenca: "En cada película he intentado huir de la anterior"

Este alérgico a los géneros nacido en Almería en 1964 es especialista en hacer retratos crudos y honestos de personajes ambiguos, de reflejar en los márgenes de sus historias las partes más cercanas de nuestra sociedad. Ahí están películas como 'La flaqueza del bolchevique', 'Caníbal', 'La mitad de Óscar' o 'El autor' para demostrarlo.

Manuel Martín Cuenca: "En cada película he intentado huir de la anterior"

La última vez que Manuel Martín Cuenca estuvo en València fue para estrenar El autor, una película basada en un relato de Javier Cercas con la que ganó dos Goya en 2018. Esta semana es «padrino» de la Mostra de Cine Educatiu (MICE), lo que le ha servido de descanso del rodaje de una serie sobre Pablo Ibar, el español condenado a muerte en Estados Unidos. «Es una serie documental de seis capítulos y ahora que ha terminado el juicio, calculo que en otoño estará lista».

Ibar fue declarado culpable en enero y ahora está a la espera de que se fije la condena ¿Cómo es trabajar en un documental casi a tiempo real?

Es más interesante, más trabajoso... Pero todos los documentales son complicados de hacer para que funcionen bien cinematográficamente. Siempre he pensado que el documental es el género más complicado del cine, y probablemente también el más puro, en el sentido en el que yo entiendo los orígenes del cine.

«La llegada del tren» de los Lumière ya era un documental.

Claro. Esa pureza se puede mantener en el género documental. Otra cosa es la manera de abordar la realidad. Yo lo que estoy intentando hacer es construir y seguir la historia de Ibar cinematográficamente, contando a lo largo de muchos años, con mucho material que hemos ido rodando y de archivo. La elección más importante es el punto de vista, muy diferente al de los periodistas, y la estructura dramático. Por eso creo aportará al caso muchas cosas, la mayoría, que no se saben.

¿Cuál es ese punto de vista?

Me va a permitir que guarde el misterio, pero es un poco seguir la historia desde dentro. A cambio de no contar nada hasta después del juicio hemos tenido acceso a abogados, a la investigación, a la familia, que no han tenido los medios.

¿Nos permitirá entender por qué sigue Pablo condenado a muerte pese a todas las pruebas que hay a su favor?

Se podrán entender muchas cosas. Pero sobre todo que lo que ocurre, no sólo en Estados Unidos, es que la presunción de inocencia es un término idealista que en la realidad judicial se cumple pocas veces. Todo el sistema está contaminado por la percepción del ser humano. Aunque la ley dice que tienes que demostrar que alguien es culpable para condenarle, la realidad nos muestra que eres tú el que debe demostrar que eres inocente. Y eso es terrible y ocurre en más casos de lo que creemos.

¿Dos Goya en la estantería facilitan trabajar en proyectos como éste?

Más o menos es igual. Está muy bien tener el reconocimiento de los compañeros, y es algo que más o menos te da visibilidad, pero realmente también hay que quitarle un poco de importancia a los premios.

Al repasar su filmografía me da la sensación de que cada película ha sido una reacción contra la anterior. ¿Qué opina?

Eso es coherente con mi personalidad. En cada película he intentado huir de la anterior, de los fracasos y de las cosas que no me han gustado, pero también de ciertos hallazgos o de cosas que me han salido bien, porque si no te anquilosas. Inevitablemente todas tus películas van a tener cierta coherencia porque estás tú en ellas.

¿Esa coherencia de sus películas por ser suyas, y esa aversión que tiene usted a los géneros es lo que se suele llamar cine de autor?

Yo me siento un artesano, no un autor. Alguien al que le gusta mucho su trabajo, que quiere llegar a la mayor excelencia posible rigurosamente y en la precisión de lo que hace, y que aprende cada día. Nunca me he sentado a escribir una película pensando en qué género voy a hacerlo. Lo que sí me interesa siempre es la ambigüedad del ser humano. Con El autor hubo cierto conflicto con los productores, porque no sabían si definirlo como una comedia, un drama... Todo el mundo quería definirla y yo sólo quería acabar la película.

Pero eso aparece bastante en el cine español. Hay veces que con Berlanga o Buñuel no sabes si reír o llorar.

Puede que sea una parte de la naturaleza española. El cine español se valora fuera mucho más que aquí, quizá porque ven una personalidad que tiene que ver con nuestra cultura. Al final, buenas o malas, todas las películas son documentos de su época.

Usted no hace películas sociales pero que sí reflejan la sociedad bastante fielmente. ¿Persigue ese fin?

Soy una persona muy interesada por lo social y lo político. Pero al mismo tiempo nunca he querido hacer una película con mirada social, porque son películas con una mirada paternalista. Trato de encontrar una historia que en los márgenes sí ofrezcan ese retrato de la época. En Canibal, por ejemplo, quería hablar de la corrupción y se nos ocurrió hacer una película de alguien impregnado por el mal y que no deja de ser un ser humano.

¿Cuando escribe una película qué es para usted más importante, una historia bien cerrada o unos personajes bien definidos?

No hay nada cerrado desde el principio. Me gusta trabajar con premisas que contienen el núcleo de la historia, y a partir de ahí construir los personajes. Por eso creo que el estudio de los personajes es lo más importante. Y también me interesan mucho las personas que los encarnan.

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