El teatro de Rambleta acoge este fin de semana (mañana y domingo) una obra que, aunque escrita en 1948, podría haberse publicado ayer mismo: «1984». Se trata de una versión de la distopía homónima de George Orwell, ahora firmada por Javier Sánchez-Collado y Carlos Martínez-Abarca e interpretada por Alberto Berzal y Luis Rallo.
Berzal explica a Levante-EMV que se trata de una «versión dramática» del clásico de Orwell. Recuerda que es la primera vez que se representa en España en castellano y que el reto «ha sido hacerlo solo con cuatro actores». «Es una obra profunda, densa, política y filosófica, pero también entraña una historia de amor», avanza.
La obra 1984 retrata la sociedad del futuro como una dictadura en la que un sistema de adoración al líder ha acabado con la identidad individual y colectiva. Y Winston, (Berzal) un hombre corriente, empieza a concebir la esperanza de escapar de ese mundo totalitario gracias a un amor clandestino y a unos pensamientos que esconde bajo la máscara de fidelidad absoluta al Hermano Mayor.
Berzal destaca la «plena vigencia» del texto de Orwell. «Una de las razones para hacer esta obra era su actualidad», explica el actor, nominado por este papel, al igual que Rallo, a los Premios de la Unión de Actores.
El intérprete señala que, entre otros asuntos, «la función habla del doble pensar: cómo mantener dos ideas contradictorias y aceptar ambas a la vez y los políticos son unos cracks en eso. Utilizan un lenguaje lleno de eufemismos, con dobles sentidos, en función de la posverdad, cómo decir una mentira tanto que se convierte en verdad. Eso nos rodea todos los días», lamenta el actor.
Reflexiona Berzal sobre cuál es la dictadura de nuestro tiempo: «Si solo hay una dictadura, es la del capital porque lo que manda es el dinero. Si antes mandaba el gobierno ahora tenemos que preguntarnos quiénes pagan las campañas de los políticos».
Defiende que la producción -salvo algunas «licencias dramáticas»- es «totalmente fiel a la obra de Orwell». «Javier y Carlos han sido muy escrupulosos y rigurosos en ese sentido», dice.
«Esclavos» del capitalismo
Explica, además, que al «entrar en profundidad en esta obra, ves cómo está ocurriendo lo mismo». Piensa en la tecnología. «Si vas sin móvil eres una persona rara. Te quita multifunciones. Hace años ibas sin móvil y no pasaba nada. Empezamos a ser esclavos de lo que va surgiendo a medida que el capital origina nuevas necesidades», sostiene. En esta línea aplaude «la rebelión» de su personaje, pero con matices. «La rebelión me parece bien porque tiene un punto crítico. Otra cosa es hasta dónde puede llegar y las consecuencias que tiene. Debes plantearte qué estas dispuesto a sacrificar».
