Los clásicos son un filón para los creadores, que ven en ellos la posibilidad de -casi- infinitas versiones. Jaume Policarpo, desde Bambalina Teatre Practicable, pone sobre la escena del Teatre Talia «La Celestina» con solo dos intérpretes (Águeda Llorca y Pau Gregori) y una decena de cabezas de títeres.

Así, hasta el 10 de marzo, la sala de la calle Caballeros subirá a sus tablas el clásico del siglo XV de Fernando de Rojas, una pieza que para Policarpo, como todos los clásicos, «tiene algo que conecta con el público; son los mitos universales que todos llevamos dentro». Dice el responsable de la compañía que «los clásicos son algo familiar porque el público ya llega al teatro con referencias; una obra de creación es más difícil porque las referencias las tienes que crear tú antes de que el entre en la sala», explica Jaume Policarpo.

«La Celestina» de Bambalina, señala su director y responsable de adaptación, «respeta el espíritu, el lenguaje de los personajes y todas las situaciones», avanza Policarpo, quien ha «seleccionando los momentos que he entendido que resultaban más teatrales desde un punto de vista más contemporáneo», sostiene. «Me preocupa que el lenguaje sea comprensible», añade.

En esta pieza los actores ponen su cuerpo mientra que las cabezas son de títeres.Para los intérpretes tampoco ha sido fácil equilibrar el trabajo de «texto» con el de «manipulador» de la marioneta.

«Normalmente cuando se piensa en una obra de títeres parece que el manipulador tenga que estar en la sombra, pero aquí el trabajo actoral es muy visible y potente, tanto físicamente como a nivel textual», explica Llorca. «Nos preocupaba hacer las dos cosas a la vez, al principio costaba, pero fue un proceso muy rico», añade Gregori a las palabras de su compañera.