Hace diez años que murió Pepe Rubianes. El fino humorista gallego que fue precursor del monologo que acompañaba con imitaciones soberbias. Aunque el actor vivía en Barcelona, tenía muchos amigos en València, donde sus espectáculos siempre contaron con un público fiel. Uno de ellos, Angelito «Torna», por el mítico café del mismo nombre, organizó el jueves por la noche un emotivo acto de recuerdo a Rubiales en el Café Negrito, uno de los locales donde se podía encontrar a Rubianes cuando disfrutaba de la noche valenciana. Tampoco faltó su amigo «El Flaco», con el que compartió varias aventuras.

Los amigos valencianos de Rubianes aprovecharon la convocatoria para recordar algunas de las historias conocidas, y otras no tanto, del humorista, así como su amor por el Barri del Carme, donde se encontraba en su casa.

Con motivo del décimo aniversario de su muerte, la Editorial Alrevés ha publicado A mí no me callan, un libro con los monólogos de Rubianes y con el prólogo de Andreu Buenafuente. «Ahora se habla de los límites del humor y hasta tenemos una ley que la gente ha rebautizado como 'ley mordaza'. ¿Tú te crees, Pepe? Sé exactamente por dónde te pasarías tú los límites del humor, no una, sino varias veces. 'Chochoa, chochoa'», escribe Buenafuente.