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En el idioma de Berri Txarrak

Berri Txarrak

sala moon

Es un tópico pero supongo que no por eso es menos cierto: la música es un lenguaje universal. Lo comprobamos el viernes en uno de los dos conciertos con los que Berri Txarrak han abarrotado la antigua Roxy (ahora se llama Moon) este fin de semana. Cantan en euskera, llevan 25 años haciéndolo, y pese a esa indudable barrera lingüística, su comunión con el público valenciano, igual que con el madrileño, el japonés o el australiano, es la de una madre que le susurra una cancioncilla a su bebé. Ambas partes se comunican en un lenguaje universal que no sólo está hecho de melodías, harmonías, ritmos y timbres sino (en este caso) también de acordes poderosos, de «oooohs» bien coreados, de gritos rabiosos, de acelerones y frenazos, de baterías y líneas de bajo inasequibles y de subirse al amplificador y desafiar al público€ Ese idioma lo domina Berri Txarrak y lo entiende su público, mucha gente joven pero también más de uno que quizá vio a la banda cuando empezaba el siglo y actuó un par de veces en l'Eliana: «Alguien intentó quemar nuestro camerino porque no nos quería ahí -recordó Gorka Urbizu-. Pero aquí vuelven a estar los Berri en València. Así que has perdido, idiota».

Tras los valencianos Palmera de teloneros, salieron Berri Txarrak con sonrisa e instrumentos bien cargados. Arrancaron con «Beude» («Que sigan»), un «weezeeresco» homenaje a esos «pulmones de nuestra cultura» que son las salas de conciertos. La canción está en el disco Infrasoinuak (2017), del que también es «Zuri», que vino a continuación, y otros hitos de la banda como «Spoiler», «Zorionaren lobbya» (¡que talento para destilar decibelios en una canción pop perfecta!), «Zalde» y ese monumento al amor a la música que es «Katedral bat», con la que casi se despidieron ensamblándola con un himno de sus inicios: «Denak ez zu balio».

Tampoco faltaron clásicos populares como «Ikasten», «Izene, izana, ezina», «Oreka» o ese hard rock canónico que es «Oihu» que no habían incluido en el setlist pero que les sirvió de postrero bis por petición popular. La Roxy se vino abajo cuando atacaron con «Sols el poble salva al poble» de los KOP. Con su adaptación del poema de «Las muletas» de Bertolt Brecht presumieron de capacidad para domar las canciones, y «Zimelkor» («Marcescente», que es como se llaman la hoja que después de marchitarse permanece seca en la planta) nos enseñó que conviene tener a las generaciones anteriores presentes «por muy poco rock que eso suene».

La del viernes y la de ayer han sido las últimas actuaciones de Berri Txarrak en València ya que han anunciado un «parón indefinido». Quizá regresen algún día, quizá ya no, pero este fin de semana nos han dejado para el recuerdo una buena muestra de pasión por lo suyo. Esa pasión que, según dijo Gorka, «es lo mínimo exigible para poder cumplir 25 años».

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