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Exposición

"Sorolla quiso medirse con Velázquez"

El comisario de la muestra de la National Gallery, Christopher Riopelle, asegura que "la ambición del pintor le permitió llegar muy lejos. Quiso ser famoso desde joven"

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Exposicion de Sorolla en la National Gallery de Londres

La expectación en torno a la muestra de Sorolla en la National Gallery no cesará hasta el lunes, cuando abrirá sus puertas al público. Mientras tanto, Christopher Riopelle, comisario de la muestra, intenta explicar a los medios británicos quién fue este pintor tan querido en España y Estados Unidos. Es por ello, que los reporteros de televisión lo describen como una «celebrity» de la pintura española. «Verdaderamente lo fue», ratifica Riopelle. «Sorolla quiso medirse con Velázquez», asevera el comisario ante el público. «Estamos fascinados de nuevo por su técnica y por cómo construyó su carrera», asegura Riopelle, conservador de pintura del siglo XIX de la National Gallery de Londres.

La muestra, «Sorolla: maestro español de la luz», cuenta con siete salas que repasan la trayectoria del pintor valenciano. La pinacoteca británica ha logrado reunir a 60 obras que tratan de demostrar por qué seguimos hablando de Sorolla hoy en día. «Estaba dotado como pocos para pintar cualquier cosa. Supo captar la luz como nadie. Tenía vocación de fotógrafo», asegura el comisario. Este «espíritu» se ve, según Riopelle, en obras como Mediodía en la playa de Valencia (1904), en la que el valenciano plasma una estampa de la playa del Cabanyal desde la arena. En la obra incluye parte de la sombrilla que lo protege del sol. También se observa esta vocación en Mis hijos (1904), donde los vástagos de Sorolla (Joaquín, María y Elena) miran atentamente a su padre mientras este les hace un retrato. «Se percibe la tensión con la que posan. Parece que la obra se hiciera en un momento», explica.

La primera sala de la exposición está dedicada a la intimidad de Sorolla. En ella se encuentra el Autorretrato (1904) del pintor, uno de los más vistos de la sala ante la curiosidad de los medios por conocer más sobre el valenciano. En la segunda y en la cuarta sala se encuentran las obras más conocidas internacionalmente. Estas son las relacionadas con la realidad social del momento y las escenas de playa. «Sorolla quiso ser famoso desde joven. España no era suficiente para él. Por ello, durante muchos años se preocupó por perfeccionar su técnica y pintar aquellos temas que estaban en boga», explica Riopelle. Al acabar su formación en la Escuela de Artesanos de València, Sorolla mandó obras a exposiciones regionales y nacionales. Muchas de ellas pasaron desapercibidas. «Por ese motivo, se pasó a la temática social. Comenzó a pintar grandes pinturas con temas modernos, como ¡Triste herencia! (1899) u Otra margarita! (1892), donde el pintor plasma escenas tristes de la realidad de su época. Otra margarita!, por ejemplo, retrata a una mujer detenida por asesinar a sus hijos. Con ¡Triste herencia! recibió, en 1900, el gran premio del certamen internacional de París. Causó sensación». Por aquel entonces, Sorolla ya se había establecido en Madrid con su familia y era ampliamente conocido. Su ciudad natal, València, lo nombró hijo predilecto y le dedicó una calle. «Cuando pintó las escenas de playa -la cuarta sala de la muestra- ya había experimentado el éxito. Estas pinturas, como Chicos en la playa (1909), Corriendo en la playa, Valencia (1908) o El bote blanco, Jávea (1905) lo hicieron aún más rico y famoso», explica el comisario, que se basa en ellas para explicar el «luminismo» al gran público. Con este propósito, también se refiere a las obras de la séptima sala de la muestra, dedicada a las escenas pintadas en el exterior, como María pintando en El Prado (1907) o Paseo a la orilla del mar (1909).

¿Impresionista?

El valenciano estudió las obras de Goya y Velázquez en el Museo del Prado. «Su influencia se ve en obras como Retrato de Ralph Clarkson (1911), donde aparece una de las meninas de Velázquez. Esta pintura fue creada en tan solo dos horas», explica el comisario. Otras de las obras donde se percibe la influencia de Velázquez es Lucrecia Arana y su hijo (1906), donde el propio pintor retrató su figura en el espejo.

El comisario de la muestra evita catalogar a Sorolla como impresionista. «Estaba satisfecho con el mundo que había creado y con el éxito que tenía, sobre todo en América. No necesitaba acercarse a las vanguardias aunque era amigo de Monet y conocía su obra», explica Riopelle. Sin embargo, fueron las vanguardias las que eclipsaron su obra en países como Reino Unido con el boom de mediáticos pintores españoles como Picasso o Dalí.

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