La protagonista de «Juego de tronos» Emilia Clarke reveló ayer en una entrevista que sufrió dos aneurismas mientras rodaba la serie, la primera de ellas en 2011, justo al terminar el rodaje de la primera temporada, con 24 años.

Clarke, que ahora tiene 32 años, lo relata en una revista al tiempo que lanza una organización benéfica junto a socios de Reino Unido y Estados Unidos: SameYou, para proporcionar tratamiento a gente que se recupera de esta clase de afecciones médicas.

La actriz narra el estrés que padecía por la fama y cómo tuvo que recurrir a un entrenador personal. Pero durante un entrenamiento en Londres, sintió «como si una banda elástica estuviera estrujándole el cerebro» y pidió un descanso, tras lo que consiguió llegar al vestuario. «Alcancé el lavabo, me caí de rodillas y procedí a vomitar de manera violenta mientras el dolor se volvía peor», relata la intérprete, que supo entonces que su «cerebro estaba dañado».

Fue trasladada a un centro médico y tras un escáner cerebral descubrió que había sufrido una aneurisma, una ruptura arterial en el cerebro.

El fenómeno de «Juego de tronos» estaba en plena ebullición y cuando Clarke supo que tenía que someterse a una cirugía cerebral sintió que «no tenía tiempo» para ello. Durante la recuperación le preguntaban su nombre completo -Emilia Isobel Euphemia Rose Clarke- y era incapaz de recordarlo: «Soy actriz, necesito recordar mis papeles. Y ahora no recuerdo ni mi propio nombre», pensó.

Estando en el hospital, le detectaron una segunda aneurisma de menor tamaño en el otro lado del cerebro que podía reventar en cualquier momento, pero no fue operada. La actriz necesitó tomar morfina para paliar el fuerte dolor: «Cada minuto de cada día pensaba que me iba a morir», recordó.

En 2013, los médicos detectaron que su segunda aneurisma había duplicado el tamaño y le realizaron una operación para eliminarlo. La intervención atravesó problemas ya que tuvo una «terrible» hemorragia, por lo que sus «oportunidades de vivir eran precarias» si no se sometía a otra cirugía, que requirió abrir el cráneo y de la que tardó un mes en recuperarse.