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Entrevista

Fernando Schwartz: "Las tres derechas en este país están hechas un asco"

«Con esta novela he querido cambiar mi sistema de escritura»

Fernando Schwartz: "Las tres derechas en este país están hechas un asco"

P ¿Está basada la novela en episodios o personajes reales?

R No. Pero la descripción de personajes se basa en personas y caracteres que he conocido a lo largo de mi vida, como es normal. Pero no he dicho «voy a coger a este general centroafricano y voy a escribir sobre él». Son estereotipos. Me han comentado que lo que cuento podría tener que ver con Guinea Ecuatorial. Yo creo que no. Aunque Obiang es un bárbaro, yo buscaba uno más bárbaro todavía.

P ¿Hubiera sido mejor diplomático que Meneses?

R Seguro que sí. Me divertí mucho en su momento, pero lo habría pasado aún mucho mejor aplicándole a mi vida frescura y sinvergonzonería. Pese a que yo no me tomaba en serio a mí mismo, sí me tomaba en serio mi trabajo.

P Meneses también se lo toma.

R Lo que pasa es que Meneses va un punto más allá. No le paran. A mí me paraba la vida. Meneses tiene un problema, que es que tiene una conciencia que no le deja en paz. Sobre todo el episodio del hospital en la jungla, acerca del que específicamente en Madrid le dijeron «no te metas en esto, tú vas a restablecer relaciones, déjate de historias», pues él va por puro sentido de la rabia, de que le hayan hecho eso a una docena de personas inocentes. Meneses se promete sentencias de muerte. Es verdad que él tiene una conciencia que no le impide torturar, engañar... Pero sí existe un límite que sólo él conoce. Un límite que no tiene nada que ver con tu conciencia y la mía, pero que existe. En el libro no se sabe muy bien dónde están sus límites y por qué esos límites están ahí.

P ¿Por qué ha buscado que esos límites no se supieran del todo?

R Que cada lector interprete lo que quiera. Me gustaría también que cada uno de ellos se preguntara dónde están los suyos propios. Mira, con esta novela, he querido cambiar mi sistema de escritura.

P «Que vaya Meneses» tiene sustrato de novela negra.

R Sí, tiene eso. Esas morales difusas... Yo incluso he ido más lejos para dar una pista cuando Atumu le dice a Meneses: «Tú has tenido en tus manos un kalashnikov, y sabes cómo dispararlo».

P Tiene un punto del Falcó de Pérez-Reverte.

R Lo he pensado. Y lo he discutido con Arturo. ¿Sabes cuál es la fundamental diferencia entre Falcó y Meneses? Que Falcó es un servidor del Estado que desprecia a sus jefes. Mientras que Meneses juega sus cartas, le sienta mal o le sienta bien que le encarguen el trabajo, pero nunca le echará la culpa al que se lo encarga. Si sale bien o mal, es culpa suya. Es la sustancial diferencia entre un personaje y otro.

P ¿Al final es siempre el pastel económico lo que determina las relaciones entre los países?

R Claro. Siempre alegan un motivo elevado y de gran dignidad. Sólo si rascas, ves lo que se esconde. En este caso concreto, el de la novela, no hay engaño. Meneses tiene que recuperar las relaciones con Mazambezi porque queremos el petróleo y el coltán. Punto. Y le dicen que ha de hacer lo que sea necesario para conseguirlo. Entonces él va y hace lo necesario para conseguirlo y lo consigue. La diferencia entre los tres personajes fundamentales, que son Atumu, Meneses y su ministro, es que Atumu es un optimista, un idealista; Meneses estimula ese optimismo e idealismo, sabiendo que no tiene solución, y al ministro de Asuntos Exteriores le da igual: él lo que tiene es un objetivo y hay que cumplirlo. Son tres caracteres radicalmente distintos que se mezclan en la acción.

P Son los tres estereotipos que nos solemos encontrar en los conflictos. ¿Usted dónde se sitúa en ese abanico?

R Yo soy más positivo y optimista que cínico. Lo que pasa es que donde estás metido te lleva al cinismo más que al optimismo.

P ¿A usted le ha pasado?

R Cómo no. Llegó un momento en que dije: «Ah, bueno, vale, ya sé de qué va esto». Me pasó en Kuwait. Cuando estaba en Kuwait de embajador. Me sucedió con el negocio del petróleo. Era un momento malo para el mercado español y necesitábamos con urgencia petróleo. Y yo estaba en Kuwait e hice lo posible y negocié un lío de petróleo bien. Hasta que me di cuenta de que a la gente este negocio no le importa si no lleva aparejada su propia persona.

P ¿Cómo ve a Pedro Sánchez?

R Sánchez es un hombre ambicioso, tiene ambición de poder, y no creo que se engañe excesivamente a sí mismo. Pero no me parece que sea un tipo inmoral, ni mucho menos. Está ahí porque está convencido de que es el mejor. Es legítimo.

P ¿Ingenuo?

R Lo es. Cuando dice necesito un acuerdo con todas las fuerzas políticas, yo creo que lo dice seriamente. No le van a hacer ni caso. Pero va a ganar las elecciones. Las tres derechas están hechas un asco.

P Su batalla la hará desde los libros entonces.

R Sí. Es desde luego más tranquilo. Mis libros, sobre todo los últimos, creo que son moralizantes. Intento que no se me note que estoy metido en el tinglado, pero al mismo tiempo que la gente comprenda que yo tengo una postura moral. Se ve en Meneses. Se veía en Héroes de días atrás, sobre La Nueve, se veía en Viví años de tormenta, aquella de la muerte de Franco y de lo que le pasaba a una familia de gente de derechas y franquista. Intentaba dar una visión objetiva del tema pero se me notaba mucho a favor de quién estoy. Ésa es la misión de un novelista. Un novelista no puede ser un ser objetivo.

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