Mañana salen los nominados definitivos a los Premios Max. Silvia Valero ha sido prenominada a la Mejor Actriz Protagonista por Cuzco, la obra de Víctor Sánchez, también preseleccionada como Mejor Espectáculo. Valero y Sánchez son fundadores de Wichita Co, una compañía valenciana con mucho recorrido.
P ¿Sueña con el Max?
R Es tan difícil..., que ni lo pienso. Ya es una suerte muy grande estar como candidata, pero lo veo lejano porque está al nivel de Blanca Portillo, Aitana Sánchez-Gijón...
P ¿Qué le tiene que agradecer a «Cuzco»?.
R Mucho, pero fundamentalmente el crecimiento a nivel personal. Cuzco estuvo ligado a una profunda crisis personal, y tengo que interpretar una mujer que vive una depresión muy profunda. De alguna manera me hizo hundirme a mí también. Se mezcló la ficción con la realidad.
P Una obra que Víctor Sánchez escribió pensando en Silvia Valero.
R Sí, pensando que yo la representaría.
P ¿Hay un antes y un después de «Cuzco»?
R También, porque aprendí a enfrentar el trabajo de una manera más profunda. Siempre he sido responsable, todos los trabajos son muy importantes, me doy al cien por cien, pero interpretar un personaje con tanta profundidad me puso al límite.
P ¿La gira de «Cuzco» por España ha ayudado a ser preseleccionado con el Max?
R Con Nosotros no nos mataremos con pistolas y A España no la va a conocer ni la madre que la parió también viajamos mucho.
P Con «No nos mataremos con pistolas» ya recibe un premio.
R Sí, el de Sindicato de Actores.
P Escribir un papel a la medida supone mucha responsabilidad.
R Tengo una relación muy íntima con Víctor [Sánchez] y es un orgullo que piense en mi para interpretar un papel suyo. Nunca lo he sentido como una responsabilidad, lo conozco tanto que sé que lo voy a poder hacer.
P ¿Qué queda de aquella Silvia Valero que hace viente años empezó en Carcaixent con «El dia que mataren a John Lennon»?
R Todo. Sigo vinculada con el grupo Agora de Carcaixent, son mi familia. Tengo claro que la Silvia que soy ahora es fruto de la Silvia de hace veinte años.
P «Plagi» es su último trabajo.
R Soy todoterreno. Tengo mi propia compañía con Víctor Sánchez y Teresa Juan, Wichita CO, pero también quiero trabajar con otros. Cuando Diego Braguinsky me llamó para el casting me alegré.
P Ahora de gira con «Plagi».
R Interpretar textos que no son de Víctor Sánchez es un placer, y si es de Rodolf Sirera, más todavía.
P ¿Cómo ve el panorama?
R Mucho mejor que cuando acabé de estudiar. Cuando construimos Whicita CO no había nada. Estamos reiventándonos todos de alguna manera.
P ¿El audiovisual es la asignatura pendiente?
R Al poco de aterrizar en el mundo profesional cerró Canal 9. Ahora con La forastera [la nueva serie de À Punt] he tenido la oportunidad de trabajar en televisión. Es fundamental para el sector. Espero que continué.
P ¿Es muy de series?
R Últimamente sí, porque ahora consumimos más series que antes.
P ¿Alguna en concreto?
R Ahora estoy con «The Good Wife».
P ¿El futuro para los actores pasa por compaginar televisión, teatro, y cine?
R No lo sé, pero hasta ahora es así, compaginando también la docencia para poder sobrevivir en València. Si hubiera nacido en Madrid igual viviría solo del teatro. Aunque hacer muchas cosas y aprender está muy bien, me gustaría poder dedicarme a una sola.
P ¿El teatro?
R La interpretación.
P ¿Por qué no se programa una misma función más fines de semana?
R No sé que pasa en València. Cuando estuvimos tres semanas con Cuzco en el Fernán Gómez de Madrid, en una sala de 140 espectadores hicimos una media de 90 por función.
P ¿Qué le parece el movimiento «Off»?
R Para mi no ha sido el circuito «Off», ha sido el circuito. Wichita ha estrenado dentro del «Off».
P ¿Qué falta para consolidar un público teatral fiel?
R Se está consolidando, aunque hay un público muy inestable.
P ¿Un deseo?
R Me gustaría vivir de esto.
P ¿No puede aún?
R Soy también enfermera. No me sé las estadísticas, pero cuando lees que solo un 3 por ciento de actores activos son mileuristas es desolador.
P ¿Qué tendría que cambiar?
R Que el público recibiera la interpretación con la misma importancia que tiene para mí. Las artes escénicas, la cultura en general, es un acto revolucionario que cambia las personas por dentro y por fuera.
