Vicentico Bola al natural. El orondo dueño de Comestibles Sanahuja de Vilavella y otros de los protagonistas de Tranvía a la Malvarrosa son más creíbles en valenciano. Manuel Vicent dibujó con Bola un personaje típico, agrario y putero, facilmente identificable en la mayoría de comarcas del país.

« Jo era encara un adolescent molt pur quan Vicentico Bola em va dur a la capital perquè em desvirgaren. Al meu padrí li deien Bola perquè pesava cent trenta quilos en canal». Así empieza Tramvia a la Malva-rosa, la versión valenciana de la exitosa novela de Vicent que ya está en las librerías, coincidiendo con el 25 aniversario de la publicación del libro. El periodista Miquel Alberola firma la traducción, que edita la Companyia Austrohongaresa de Vapors.

La gran novela de la València de la posguerra fue publicada por primera vez en 1994 y llevada al cine tres años después. El autor ha añadido ahora una introducción conmemorativa, y Miquel Alberola ha actualizado también su traducción, que había publicado en la editorial Voramar en 2006, y que se encuentra descatalogada.

Vicent admite que Tramvia es una libro de iniciación, y cuenta como una mañana de domingo de 1956, mientras el tranvía circulaba paralelo al río hacía la avenida del Puerto dejaba detrás una parada militar que se celebraba en la plaza de Capitanía, donde se oían consignas patrióticas de excombatientes y falangistas. Y como aquella escena contrastaba con la línea azul del mar, el olor de alga y de clóchinas en la arena de la Malva-rosa.

Medio siglo después, recuerda como la visita del papa Benedicto XVI convirtió la València de Calatrava «en un centro comercial donde decenas de cardenales y obispos formaban un gran estofado litúrgico», pocos días después de la tragedia del metro el 3 de julio de 2006 que causó 43 muertos.

Contraste

«La vida ha cambiado, pero la historia es la misma», sostiene Vicent. Tramvia a la Malva-rosa describe una València provinciana donde el protagonista descubrirá el primer amor, los placeres de la sexualidad, un tímido resurgimiento cultural y la política antifranquista. Siempre bajo la mirada inquisidora de la iglesia, y con la Malva-rosa y el Mediterráneo como «símbolos de la libertad y de la belleza».

La novela describe crímenes de la época y ejecuciones a garrote vil. Y mezcla personajes imaginarios con otros reales, como el periodista Vicent Ventura, «el primer personaje al que escuché en público atacar el régimen de Franco sin estar borracho»; Gracia Imperio, su «símbolo sexual perverso»; o el fiscal Jesús Vicente Chamorro, su profesor de Derecho Penal. Por sus páginas también desfila el capitán general franquista Ríos Capapé, el futbolista Puchades o el escritor Josep Iborra, «un intelectual muy inteligente que siempre estaba resfriado».

El desenlace de la novela es tonificador. Manuel es elegido por una muchacha francesa, Julieta, para iniciarse en el arte amatorio en la antigua casa de Blasco Ibáñez, en un lecho formado de revistas franquistas como Jerarquía, 7 Flechas, Arriba y El Español, con el mar de fondo. Al día siguiente, el protagonista se examina de Filosofía del Derecho, saca notable y se convierte en un licenciado. « Em van preguntar alguna cosa sobre Lluís Vives».