Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Estudio

Atracón de series, subidón de dopamina

Los espectadores prefieren consumir contenido a demanda que adaptarse a una parrilla televisiva

Atracón de series, subidón de dopamina

Hay 8,4 millones de personas en el mundo que consumen entera una serie de televisión el mismo día que se estrena. Son datos de Netflix, la plataforma digital que impuso la moda de soltar todos los capítulos en chaparrón. Entre 2013 y 2016 la cifra de devoradores se multiplicó por veinte. No hay tiempo que perder, y esperar una semana es demasiado tiempo. Engancharse a los atracones de series ya tiene etiqueta: «binge-watching». Un 61% de los usuarios de Netflix mira de dos a seis episodios el primer día de publicación de la temporada. Zoom: en el consumo compulsivo de videojuegos se generan importantes cantidades de dopamina, señal química relacionada con el placer. Lo mismo ocurre con las series, según Diego Redolar, neurocientífico y profesor de los Estudios de Ciencias de la Salud de la Universidad Oberta de Catalunya (UOC).

La gallega Elena Neira, profesora de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC, señala que «el número de horas que una persona destina al consumo audiovisual en una plataforma como Netflix 'de una sentada' está aumentando». Lo que puede provocar «una tendencia al aislamiento y a una depreciación de las experiencias personales en favor de las experiencias que se viven a través de las series y que, incluso, ya se han diagnosticado casos de adicción a Netflix».

¿Qué impulsa a alguien a devorar una serie de golpe? «Primero es una cuestión de que ahora es posible», explica Neira. «Podemos devorar una serie porque plataformas como Netflix lo han hecho posible, sacrificando el modelo tradicional de serialización semanal por un estreno en bloque, que permite al usuario decidir cuántos episodios consume del tirón. Luego hay un elemento narrativo clave. La ficción seriada es una forma óptima de mantener enganchada a la audiencia provocando una dependencia hacia la historia que se suministraba. Como espectadores nos familiarizamos con las reacciones de los personajes y con la dirección que toman las tramas. Gracias a ese vínculo el creador puede jugar con la anticipación con una serie de recursos (giros inesperados, finales de capítulo sorprendentes... etcétera) que alimentan el ansia por saber qué ocurrirá a continuación.

Estamos ante una tendencia al alza porque «cada vez son más los servicios que optan por este tipo de suministro del contenido y los espectadores que prefieren la libertad que ofrece el consumo a demanda frente a la parrilla semanal».

No tiene dudas Elena Neira de que «una serie que te gusta vista en maratón genera una gran satisfacción. Y probablemente una gran tristeza cuando la terminas. Cuando uno maratonea una serie, tiende a procesar más rápido el recuerdo de las tramas. Es una digestión rápida. Tiene un profundo calado inmediato, pero se olvida rápido. De hecho, cuando comentamos una serie que hemos maratoneado, no nos centramos tanto en la narrativa como en lo que nos ocurre a nosotros (física y emocionalmente) mientras lo hemos hecho. Un contenido seriado semanalmente, sin embargo, permite que el espectador repose la narración. De hecho existen varios estudios que afirman que el esfuerzo 'mental' que requieren los programas de género, narrativa y personajes complejos reducen las horas que el espectador dedica a verlos. Es decir, hay una tendencia a saborearlos, a diferencia de lo que ocurre con programas más ligeros».

La proliferación de estrenos puede causar saturación: «Sin duda lo está haciendo. La multiplicación de plataformas y los esfuerzos que llevan a cabo para crear en sus usuarios la necesidad de ver el último programa-tendencia han hecho que la saturación sea una preocupación real de muchos usuarios a la hora de tomar una decisión de en qué programa va a invertir el tiempo que le puede dedicar al ocio».

¿Cuándo debería preocuparse un consumidor por sus hábitos ante el televisor? «Probablemente cuando afecte de manera severa a la vida personal o se desatiendan las obligaciones diarias».

Dentro de esta cultura de la gratificación instantánea, «los más jóvenes son los más expuestos a los efectos negativos de este nuevo ecosistema de consumo». Además, la fórmula está alterando la forma de narrar: «Producir una serie pensada para ser maratoneada utiliza distintas técnicas de narración y elimina otras propias de la televisión convencional. Narrativamente tiende a primarse la intensidad emocional y la inmersión en la historia».

Es inevitable pensar que la comodidad del espectador conduce a la superficialidad. Neira matiza: «Más que superficialidad, creo que provoca apatía y un exceso de complacencia. Estamos hablando de sistemas que aprenden de nuestras elecciones y tienden a ofrecernos contenido alineado con lo que nos ha gustado. Creo que en este exceso de suministrar contenido a tal nivel de personalización radica el verdadero riesgo en términos de cómo afecta a nuestro espíritu crítico y a la formación de nuestro gusto».

Sobre este fenómeno televisivo de creciente implantación tiene algunos puntos de vista interesantes José Errasti, profesor de Psicología de la Universidad de Oviedo: «Llama la atención el dato de que los 'atracones' de capítulos elevan el nivel de dopamina en el cerebro, un neurotransmisor que suele relacionarse con el bienestar y el placer. De hecho, algunos fármacos antidepresivos basan su efecto en el incremento de dopamina que producen en el sistema nervioso. ¿Podríamos pensar entonces en un uso terapéutico de las series televisivas? ¿Nos imaginamos a un psiquiatra expidiendo una receta que ponga 'Modern Family', desayuno, comida y cena, durante dos meses?».

Más: «¿Y hasta qué punto el efecto euforizante de los atracones de capítulos es específico de las series de televisión? Es decir, ¿se han hecho estudios semejantes estudiando los atracones de retransmisiones deportivas, o de películas de acción, o de debates políticos? Por otro lado, ¿el efecto euforizante ocurre con todos los géneros de series por igual? ¿Es lo mismo, a efectos de la dopamina, darse un atracón de 'Big Bang Theory' que de 'True Detective' o 'American Horror History'?». No se puede hablar de las series como un todo, apunta Errasti, «como si hubiera algún principio activo común a todas ellas, cuando en verdad lo único que las unifica es su distribución por capítulos».

Por último, añade, «cabe hacer también una reflexión social. ¿Qué sociedad es ésta en donde la gente dispone sobre la marcha de 4, 6, 10 horas libres seguidas para poder darse un atracón de capítulos? Esos clientes de Netflix que devoraron 'Stranger things' de un tirón, ¿trabajaban, tenían hijos o ancianos de los que ocuparse, cocinaban, tenían obligaciones externas a la casa que cumplir? Por encima de los psicologismos relativos a los individuos que pasan ocho horas seguidas sentados en el sofá, cabe destacar los sociologismos relativos a una sociedad que permite esa ordenación del tiempo a amplios sectores de la ciudadanía».

Compartir el artículo

stats