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Exposición

Sicilia: "Nunca he pensado captar nada, simplemente que pasen las cosas"

Uno de los mejores artistas españoles ofrece una visita guiada en Bombas Gens donde conecta la obra de Bergman con los japoneses de "Provoke"

Sicilia: "Nunca he pensado captar nada, simplemente que pasen las cosas"

La obra de José María Sicilia se mira y se escucha. Sus reflexiones sobre la luz, el espacio y el tiempo siempre son oportunas, aunque advierte que está más atento a la vida que al arte. Ayer hizo una visita guiada a la exposición «Anna-Eva Bergman. De norte a sur, ritmos» de Bombas Gens, pero «no mirando hacia ella, sino a los japoneses», en alusión a la otra exposición colgada en el acogedor centro de Marxalenes «La mirada de las cosas», la retrospectiva de fotografía japonesa más importante expuesta en Europa.

«Cuando estás en un sitio miras más cosas», apunta José María Sicilia (Madrid, 1954), uno de los mejores artistas españoles. Pintor, grabador y escultor, lo que más le preocupa es «la esencia, porque la sustancia es fundamental». De hecho la artista noruega Anna-Eva Bergman (1909-1987) considera esencial el ritmo como elemento estructural de la pintura.

«No es fácil contar cosas interesantes, pero hay que sorprender a la gente. Primero la captas y después aprendes de ellos». Se plantea la visita como una operación artística. «Parece que el tiempo todo lo devora, déjate devora».

No es la primera vez que anda por Bombas Gens, estuvo en su inauguración, y una pieza de su serie «La luz que se apaga» (1998) forma parte de la Colección per Amor a l'Art. Se pasa dos o tres meses en Japón. Sigue investigando en Fukushima, trabajando con El Instante Fundación. Se fue por el tsunami y de aquella experiencia salió la muestra «Fukushima-Flores de invierno», donde intentó entender la tragedia de los supervivientes.

Sostiene que la cultura japonesa se basa en «la supervivencia del pasado en el presente», con «una sabiduría en el vivir, de estar y de ser que es muy especial». Con todo asegura que «no sabemos lo que es un instante». Ni mucho menos aquello de captar el instante. «Nunca he pensado captar nada, simplemente que pasen las cosas».

Y así se mete en una disquisición sobre como se saludan en Alemania, como Bergman y en Japón, donde nunca se miran a la cara. «La amabilidad es fundamental en el saludo, los japoneses cuando hacen esa reverencia no se saludan». Y encuentra un denominador común, «ni en el saludo escandinavo, ni en el japonés hay fusión. Hay fusión cuando uno se impone al otro».

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