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Entrevista a la novelista

Los fans se rinden al mundo tórrido de Elízabet Benavent

Con nuevo libro y próxima serie en Netflix, 'Betacoqueta' es un fenómeno del género romántico: "Soy la primera sorprendida de mi éxito"

Benavent es @betacoqueta en redes. Miriam Cos

Casi una veintena de títulos atesoran una carrera meteórica hacia la fama literaria. Elísabet Benavent (Gandía, 1984) ha sabido ganarse el puesto de una de las mejores escritoras de novela romántica -en algunos casos erótica- con una estrategia ligada a las redes sociales y a la naturalidad. La valenciana ha bebido de los influjos de la aclamada 'Sexo en Nueva York' y de sus propias amistades para crear diferentes mundos que ya están de camino de la pequeña pantalla. "Siempre busco que mis amigas, si me leen alguna vez, que no todas lo hacen y es algo que me reconforta bastante, si cogen el libro digan: Ahí estoy yo", asegura pizpireta.

Y es que, su primer libro y éxito absoluto de ventas, 'En los zapatos de Valeria' ya está en proceso para acabar siendo una de las apuestas, y más que fuertes, del gigante de las series Netflix. Amor, sexo y amistad confluyen en las historias de esta joven que empezó su carrera literaria en 2013 con siete tomos ya terminados y que ahora vuelve con 'Toda la verdad de mis mentiras', una 'road trip' sobre la amistad y los secretos que ella misma asegura que "es muy divertida".

Elízabet Benavent: "La política me aburre soberanamente"./ Vídeo: Miriam Cos

Pestañas postizas en ristre, pelo azul y un look de moda en el que no se han escatimado detalles, Benavent se ha convertido en todo un fenómeno donde los lectores han ido un poco más allá para convertirse en fans. "Soy la primera sorprendida de mi éxito. Este género tiene dos puntos fuertes y ahí está la magia, te hace sentir identificada, que eso que estás leyendo lo has vivido, te sientes acompañada de alguna forma y a la vez te permite meterte en la vida de otras personas y viajar con ellas", dice la escritora, que además añade que "esta nueva novela tiene una historia ágil, en todos los capítulos pasa algo. Quería divertirme y lo he hecho, esto se palpa. Es una novela jovial, de un grupo de amigos y tiene un trasfondo de cosas que podemos reconocer todos".

Así, la escritora, que cuenta con 166.000 seguidoresen Instagram y otros 47.000 en Twitter, también tiene un blog donde habla de sus escapadas, de trucos de belleza y, por supuesto, de sus libros. "Las redes para mí son una ventana. Cuando abres una ventana entra de todo, lo que pasa es que tengo la tremenda suerte de que el 95% de lo que se cuela es muy enriquecedor y me hace aprender muchísimo. Las redes te dan la posibilidad de tratar con el lector casi cara a cara en una conversación directa que hace que aprendas de tus errores y de tus aciertos", asegura.

"No concibo que haya géneros en la literatura. Cuáles son los libros para hombres, ¿el resto? Una mujer lee de todo y un hombre también"

Elízabet Benavent - Escritora

Siempre con una sonrisa, la joven reconoce que es así en la vida real, "me río hasta cuando quiero llorar, largarme a mi casa, ponerme el pijama y esconderme". Aunque no es inconsciente de los peligros de mostrar una vida perfecta en Internet. "Intento que en las redes sociales no se vea todo bonito. Creo que es importante que volvamos a poner de moda la naturalidad y las redes sociales tienen mucho tipo de público. La gente muy joven puede llegar a creer que la vida tiene que ser tan bonita como en Instagram, y no lo es", comenta. "Yo, si me estoy tiñendo el pelo en casa, me saco con el moño, si he tenido un día de mierda, me hago una foto con los ojos como puños de llorar. Lo mejor es no alimentar la frustración que genera el ver que la vida no es tan bonita como en las películas o las redes porque no tiene que serlo, lo enriquecedor es lo contrario", agrega.

Escenas tórridas

Y pese a que en sus novelas siempre haya una chica al más puro estilo Samantha de 'Sexo en Nueva York' y el sexo -en todas sus formas- sea una tónica más que general, lo cierto es que Benavent reconoce ser una chica "romántica". "Siempre soñé que tendría una relación con sus risas y sus discusiones y ya llevo 16 años con mi chico. También, cuando era pequeña, pensaba que tendría gatos y ahora tengo tres y quería salir de Valencia y lo hice", afirma para decir entre risas que "para escribir las escenas tórridas tiro de imaginación, no de la vida real".

Segura de que dentro del mundo de la literatura no eciste la competencia, no siente que Megan Maxwell, otra de las grandes del género, sea la persona a la que mirar de soslayo a la hora de vender libros. "Que una persona lea a otra no implica que a ti no te vayan a leer. Luego están los gustos. Con un libro lo que se alimenta es una comunidad de lectores, todo lo que lleva a una persona a una librería siempre es positivo. Para mí, Megan no es la competencia", dice.

Se autodefine como "caótica, emocional y gatuna", aunque si tiene que poner tres adjetivos a su obra le cuesta algo más: "Podría decir que es soñadora, divertida... y el tercero tendría que ponerlo otra persona, me cuesta mucho definir mius libros", no concibe cuando tiene que lidiar con la típica afirmación de "escribes para mujeres". "Me parece una tontería, no concibo que haya géneros en la literatura. Cuáles son los libros para hombres, ¿el resto? No tiene sentido. Una mujer lee de todo y un hombre también, pero sí que es verdad que hay prejuicio alrededor de géneros como la novela romántica contemporánea. Lo importante de un libro es que al leer la contraportada, apetezca. Términos como 'novela rosa' o 'para mujeres' no ayudan, tampoco los prejuicios porque son un grillete que limita", asevera.

Con el sueño de ser escritora desde los seis años, "llegué del colegio diciéndole a mi madre que quería escribir y ella intentó quitármelo de la cabeza", aun lo quedan muchos proyectos que cumplir. "En la vida nunca hay que dar el 'check completo'. Me falta ver a Valeria en la pantalla, visitar muchos lugares, plantearme la maternidad en algún momento de mi vida... muchos sueños por cumplir, retos por asimilar, asignaturas pendientes, tonterías y no tonterías. Siempre hay que ir alimentando la lista".

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