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Crítica musical

Un monstruo de otra época

The Loons en la sala 16 Toneladas de València

Un monstruo de otra época

Pasaron The Loons por València al final de una triunfal gira española que los ha llevado por clubes y festivales ante un público que, pese a acudir al 16 Toneladas con el pleno conocimiento de que se trata de la mejor banda de garaje sesentero que hoy por hoy habita esta roca, no pudo evitar caer en la estupefacción que supuso verlos en tal estado de gracia. La del jueves fue una noche señalada para los fanáticos de esta inconfundible variación del rock que sacaron brillo a sus puntiagudos botines, se enfundaron sus pitillos oscuros y disfrutaron de lo lindo de un género manido en extremo que, como a un monigote mal confeccionado, se le ve el cartón siempre que no tengas canciones para defenderlo. Y el grupo norteamericano las tiene de sobra, muy buenas y con personalidad. Es asombroso que todavía se puedan componer piezas nuevas en un género tan trillado y que suenen tan dignas y excitantes como las de Shadows of Knight, The Litter o Blues Magoos. Y ese es el mérito de estos fenómenos.

El rock de garaje sesentero es un monstruo de otra época con un esqueleto de sucio rhythm and blues, una médula espinal efervescente y eléctrica, guitarras afiladas en las manos y una boca llena de estribillos. Tiene la musculatura potente y elástica y una conciencia repleta de fidelidad a la tradición. Si lo vistes con ropajes levemente lisérgicos y le enseñas un vocabulario compuesto por cuatro acordes y canciones de tres minutos, el monstruo echa a andar que es un primor. Y no se detendrá jamás por muchas antorchas que lo acosen. Las pruebas de su incombustibilidad son grupos como The Loons y la legión de seguidores que han asistido a la gira y sus caras de satisfacción casi sexual al final de los conciertos. El engendro no muere porque es tremendamente divertido, tal y como quedó demostrado.

Hubo una sección central de canciones repletas de psicodelia como "Blue ether", "Wars on hands", "Alexander" y "A dream in jade green", pero también espacio para el rock burro y con solera de "My desolation" y "Cruel grey fog". Después del duelo de guitarras en A house is not a motel y atendiendo al repertorio anunciado, pareció que se habían quedado sin munición, pero Mike Stax se volvió a su mujer y le dijo algo así como "nena, si no seguimos tocando esta turba enfebrecida nos atropella". La bajista le dijo "tírale" y aquello fue el acabose. Las colosales versiones de Pretty Things, 13th Floor Elevators, Yardbirds y esa brutal "I wanna get" you no contribuyeron a apagar el incendio de un personal que llevaba ardiendo desde el primer acorde y que, aunque todo tiene un final, podría haber estado allí hasta el amanecer. Porque tal y como coincidieron la entrañable pareja de L'Alcudia, el veterano coleccionista discográfico de Requena y el paladín de la radio universitaria valenciana, aquello era rock and roll y lo demás, tonterías.

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