«Star Wars», «Los juegos del hambre», «El señor de los anillos»... Ninguna de estas millonarias sagas ha captado tanto al público juvenil como Harry Potter. Este chaval tímido y con gafas posee un imperio compuesto por películas y libros que narran su lucha contra un Señor Tenebroso que quiere acabar con la convivencia entre magos y muggles (gente no-mágica). Ahora, Harry suma una exposición a sus dominios. «Harry Potter, The Exhibition» fue anunciada como una de las citas ineludibles de la agenda cultural de València y no ha decepcionado.

Más de 15.000 personas han visitado la exposición este fin de semana según la organización. Muchas de ellas, han peregrinado, pues la muestra ha condicionado las vacaciones de Pascua para cientos de familias que han optado por venir a València a disfrutar del sol, de la playa, y del mundo mágico. «Teníamos claro que íbamos a venir. A ellos les encanta y podemos aprovechar el fin de semana», asegura Manuel. Ha venido desde Tarragona con su mujer y sus dos hijos. Su familia ha pagado 54,40 euros por entrar al universo Harry Potter. A eso habría que sumarle hotel, comidas...

«Da igual, porque es lo que te puedes gastar en Barcelona en un fin de semana», asegura. No es el único que viene de fuera de la C. Valenciana. También han viajado desde Barcelona, Madrid y Teruel. El goteo de turistas nacionales continuará esta semana. «Hay muy buenas previsiones para las vacaciones porque la acogida en València ha sido excepcional», aseguran desde la organización.

La muestra se inauguró ayer, y para tal acontecimiento, la organización contó de nuevo con la presencia de los hermanos Phelps (Fred y George en la saga). A las 10 horas, decenas de personas se agolpaba en las vallas para pedir que firmaran ejemplares de la saga y objetos de colección. Y es que ayer, los aficionados de Harry Potter alteraron por primera vez la normalidad de la Ciutat de les Arts i de les Ciències. Los grupos de ciclistas, los runners y los aficionados al remo se toparon con gente vestida con túnicas negras, niños con cicatrices de mentira y gafas nada convencionales. Muchos turistas internacionales -la mayoría italianos- se acercaron al mostrador para preguntar sobre las entradas. «Las de hoy están agotadas».

Quienes no pudieron entrar se conformaron con fotografiarse con el coche de los Weasley, instalado en el Museo de las Ciencias y con el «Sombrero seleccionador», ubicado en la explanada de la Ciutat de les Arts.

La organización cita a cada asistente a una hora determinada. Cada 30 minutos, un grupo entra en la exposición para controlar el aforo. La espera es mínima.

Calatrava vs. Hogwarts

Al traspasar la puerta de la exposición, el estilo futurista de la «ciutat» de Santiago Calatrava queda olvidado por completo. Los objetos envejecidos, la luz y hasta el olor hacen que el visitante se traslade a Hogwarts sin la necesidad de saber qué es Hogwarts. «Todo está diseñado para facilitar la inmersión del visitante», comentó una integrante de la organización. Y surte efecto.

El atrezzo, los muñecos realistas y el vestuario hacen el resto. En realidad, la muestra es un homenaje al departamento de diseño y vestuario de la saga. Todo está medido al detalle. Las zapatillas sucias de Hermione, las arrugas de la chaqueta de Hagrid, el cojín de la clase de Adivinación...

«Cuidamos mucho al público infantil», asegura uno de los trabajadores. Los niños son mayoría, pero también hay adultos aficionados al mago. «He venido sola. Pienso comprarme dos varitas», comenta una joven de 34 años. La magia no está reñida con la edad.